Presumido hasta en sus palabras (Pitingo es palabra caló que significa eso, presumido). Pero desde una educación pasmosa y un duende que sobresale y cautiva en las entrañas de un arte que solo cultivan los iniciados. Un genio del flamenco (aunque él no lo crea) y pionero de la soulería (soul & bulería), para acercarse «a los jóvenes». Apasionado de la ortodoxia en los ritmos de mixtura andaluza, gitana y oriental, tiene ganas de regresar a Castellón, «una tierra muy flamenca, donde hay mucha afición» y donde espera que el público le reciba de maravilla. Actúa en Sala Opal el próximo 10 de noviembre.

--¿Qué tipo de espectáculo ofrecerá en Castellón?

--Cantaré un poco de todos mis discos. Por supuesto, las canciones de mi último trabajo, Soul, bulería y más, para adentrarme más tarde en el flamenco puro y de manera didáctica explicar el porqué de cada cante, de cada palo.

--Usted es el inventor de la ‘soulería’. ¿Qué aporta al flamenco?

--La soulería es una forma de acercarme a un público joven, nuevo, al margen del especializado. Una variante que no pierde la ortodoxia del flamenco. Una innovación para abrir otros caminos, otras formas de cante.

--Y, ¿cúales son sus referentes?

--Muchos. La Niña de los Peines, Tomás Pavón, Manolo Caracol...de los antiguos. Camarón, Enrique Morente... de los nuevos.

--Para cantar flamenco, ¿hay que ser un genio?

--No necesariamente. Aunque sí es verdad que la vida del flamenco da muchas genialidades. Hay algo inexplicable, el llamado duende tal vez, que si es necesario y fundamental para cantar flamenco bien. Camarón y Enrique Morente, por ejemplo, sí que eran unos genios. Confieso que yo soy camaronista. De la pura ortodoxia del flamenco. Y de lo que no hay duda es que el flamenco surge del pueblo. Nace de toda un sentimiento, de una forma de ser, de respirar e, incluso de andar. Todo es flamenco.

--En tiempos de globalidad, ¿el flamenco goza de buena salud?

--Ya lo creo. Estamos viviendo un muy buen momento. Tanto a nivel nacional, como internacional. Incluso me atrevería a decir que mejor fuera de nuestras fronteras que aquí. Y, por poner un pero, hace falta arriesgar en la creación. A muchos flamencos les falta ese toque de valentía para tener su propia personalidad y no dejarse influenciar. Se sigue a rajatabla la escuela de los grandes maestros, como Camarón o Morente, y pocos se atreven a innovar. A tener su propio estilo.

--Usted ha actuado muchas veces en la provincia de Castellón. ¿Cómo espera ser recibido?

--De maravilla. Siempre he notado el cariño de la gente de Castellón. Es un público entregado y muy fervoroso. Magistral.

--Y Castellón, ¿entiende de flamenco? ¿Hay afición?

--Pues sí, y mucha. Aunque parezca mentira, Castellón es una tierra muy flamenca. Con grandes aficionados, con tertulias, con buenos cantaores... Que sabe diferenciar el arte. Tengo muchos amigos en Castellón que me hablan y sienten en flamenco. Que saben entregarse muy bien a cada uno de los palos.