Uno de los compositores fundamentales del Barroco, Antonio Vivaldi, centró el repertorio del concierto de clausura en el 23º Festival Internacional de Música Antigua y Barroca de Peñíscola. La formación aragonesa Al Ayre Español, que ya estuvo en otras ediciones del certamen, llevó hasta el castillo del Papa Luna la propuesta Flauto Veneziano, con partituras creadas para flauta dulce, un instrumento para el que Vivaldi creó numerosas obras.

PRESTIGIO // La actuación se completó con otros dos trabajos de la época, pero surgidos de la imaginación de otro autor, Alessandro Marcello. Con una trayectoria que en este 2018 alcanza su 30º aniversario, el grupo fundado por Eduardo López Banzo es uno de los colectivos de su género más prestigiosos de España, como avala el Premio Nacional de Música del año 2004, gracias a la calidad de sus interpretaciones y el rigor con el que afrontan las melodías del pasado.

En cuanto a la penúltima actuación de este año, estuvo protagonizada por Harmonia del Parnàs, un grupo valenciano ya conocido por los espectadores del festival peñiscolano, que ofreció su concierto Ícaro del amor: música española del siglo XVIII, con la dirección de Marian Rosa Montagut y la participación destacada de la soprano Ruth Rosique.

BALANCE / Con más de dos décadas de trayectoria, esta cita musical es uno de los puntales de la agenda veraniega de la Ciudad en el Mar. Esta recién finalizada edición tuvo como presencias más destacadas las de Carlos Núñez, que con un patio de armas a rebosar de espectadores ejecutó un conjunto de cantigas, algunas de ellas con más de ocho siglos de historia, con instrumentos inspirados en las esculturas del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela.

El otro plato fuerte llegó con Jordi Savall, una de las principales figuras mundiales del género al que está dedicado el festival. Congregó alrededor de 500 personas en el Palau de Congressos, recinto al que se tuvo que trasladar su actuación debido a las previsiones meteorológicas amenazantes. Ante los asistentes dio un repaso a composiciones pertenecientes a diferentes países, con la finalidad de tender puentes entre Oriente y Occidente.

Por otro lado, una de las grandes novedades fue la introducción de conciertos en familia, que con una voluntad didáctica dieron a conocer a grandes autores del Barroco a niños a partir de los ocho años. En cuanto al castillo piromusical que se dispara cada año para abrir el festival, volvió a reunir a decenas de miles de personas en la playa Norte y buena parte del paseo marítimo.