Pueden estar contentos Pedro Jovaní y su hija Aída por el buen debut de su ganadería en una feria tan importante como la de Fallas en València. Primero por la presentación, cuidada con esmero, que es algo que en casa de Jovaní se pone especial atención. Y luego por el juego en general de los novillos, especialmente de tres de ellos, que tuvieron un juego sobresaliente. No hubo trofeos por parte de los tres novilleros, que no acabaron de comprender las muchas virtudes de los pupilos castellonenses, pero quedó la sensación en el ambiente de los aficionados de que en esta tierra del Mediterráneo, también se crían toros de categoría.

Bueno fue el novillo que abrió plaza y que toreó afanoso Miguelito. El valenciano dio una vuelta al ruedo y pudo cortar orejas en su segundo, un bonito ensabanado, de no fallar con el acero. El murciano Ramón Serrano se topó con un quinto novillo de excelente comportamiento, que embistió con celo y por abajo queriendo tomar los vuelos de la franela con humillación y entrega. No acabó de acoplarse el joven, que dio una vuelta al ruedo.

Buen juego ofreció también el tercero de la tarde, un castaño careto cuyo pelaje gustó a la parroquia. El malagueño Álvaro Passalaqua tampoco acabó de acoplarse con las bondades del astado, escuchando una ovación. Dio una vuelta al ruedo con el que cerró plaza, un novillo manejable que le cogió de fea manera.