Es del todo lógico que Johnny Depp haya producido un documental sobre Shane MacGowan. Y no solo porque, como el que fuera líder de The Pogues, el actor está familiarizado con el lado salvaje; su amistad con MacGowan, además, se prolonga a lo largo de décadas. “Me siento muy feliz por tener una larga historia con Shane”, explicaba Depp durante la presentación de ‘Crock of Gold: A few rounds with Shane MacGowan’, el primero de los títulos aspirantes a la Concha de Oro presentados este domingo. “Y he querido que el mundo supiera de una vez por todas quién es: uno de los poetas más importantes de la histora”. Y en ese sentido el documental debe considerarse un triunfo pese a que no cuenta nada que no se contara ya en el magnífico libro de memorias ‘A drink with Shane MacGowan’ (2001) ni aporta novedades sustanciales al género de las no-ficciones del rock. Después de todo, debe de ser muy difícil hacer una película sin interés sobre una figura tan fascinante.

The Pogues irrumpieron en la escena musical a principios de los 80 gracias a su mezcla única de punk y música tradicional irlandesa y a unas letras, en su mayoría compuestas por MacGowan, a la vez épicas y muy tiernas y casi siempre brutales. Hoy Depp ha recordado que cuando descubrió “la combinación de rabia y melancolía” de sus canciones sintió “un estallido en la cabeza”, y es normal que así fuera. Y quizá lo más llamativo es que incluso cuando escribió sus mejores textos -los que aparecen en los álbumes ‘Rum, Sodomy and the Lash’ (1985) y ‘If I should fall from Grace with God’ (1988)-, el músico se hallaba severamente intoxicado por el consumo constante de whisky y cerveza y drogas ilegales.

PAPEL CENTRAL DEL ACOHOL

Inevitablemente, el alcohol tiene un papel central en la película; después de todo, empezó a beber con cuatro años por culpa de su tía, que lo emborrachaba mientras le enseñaba el Evangelio. Sirviéndose en buena medida de recreaciones, segmentos de animación e imágenes de viejas películas, el director Julien Temple -en su día también responsable de clásicos de la no ficción musical como ‘El gran timo del Rock’n’Roll’ o ‘Joe Strummer: The Future is Unwritten’- recuerda la infancia de MacGowan en Tipperary, Irlanda, donde vivía rodeado de música y sentimiento antibritánico; también de sus años de juventud en Londres, en los que fue expulsado del colegio, ingresó por un tiempo en un manicomio, se introdujo en la delicuencia, practicó felaciones cerca de Piccadilly Circus y descubrió a los Sex Pistols.

A través de imágenes de archivo de actuaciones y apariciones televisivas, asimismo, ‘Crock of Gold’ repasa su trayectoria al frente de The Pogues y cómo su enorme frustración ante el éxito monumental de temas como ‘Fairytale in New York’ primero y ‘Fiesta’ lo abocó a la heroína y provocó su despido de la banda en 1991. “De no ser por la música, yo habría sido miembro del IRA; era mi forma de contribuir a la revolución”, explica él mismo en la película. “Y cuando empezamos a cantar canciones que no tenían nada que ver con mis raíces irlandesas me sentí como una mierda”.

En la actualidad MacGowan suma 62 años, lleva dos décadas sin publicar música, y decir que no tiene buen aspecto es quedarse corto a pesar de que hace un tiempo reparó el desastre dental que siempre había formado parte de su imagen. ‘Crock of Gold’ lo muestra en silla de ruedas, blanquecino, a duras penas capaz de vocalizar durante la sucesión de charlas que mantiene con su esposa, Depp, el exlíder del Sinn Fein, Gerry Addams, y el cantante de Primal Scream, Bobby Gillespie. Que siga vivo parece ser un milagro, y aunque la película se esfuerza por adoptar un tono celebratorio, contemplarla provoca una enorme tristeza. Por un lado, es cierto, es el merecido homenaje al puñado de canciones magníficas que el repertorio de MacGowan incluye, pero también un lamento por todas las canciones también magníficas que no llegó a crear.

'ANOTHER ROUND', TAMBIÉN A CONCURSO

El alcohol repite protagonismo en ‘Another round’, también presentada a concurso este domingo. Centrada en cuatro profesores de instituto que deciden poner a prueba una teoría según la que mantener cierta cantidad de esa sustancia en la sangre les hará vivir y trabajar mejor, la nueva película de Thomas Vinterberg pasa una pequeña parte de su metraje pretendiendo abordar esa premisa desde un enfoque provocador antes de abandonarse sin reparos al moralismo más melodramático. Al final todo cuanto parece tener que decir acerca del asunto es que beber un poco puede ser bueno, y que beber mucho es muy malo.