En días extraños como estos, los grandes eventos (mono)culturales de música en directo tampoco pueden ser lo que eran. Difícil plantear algo como el Live Aid de 1985, megaconcierto contra el hambre en África que la gente pudo ver en directo desde casa, gracias a la retransmisión vía satélite, pero también en el ya derruido John F. Kennedy Stadium de Filadelfia y el Wembley de Londres.

Pero las limitaciones del distanciamiento social pueden significar, además de un engorro, una oportunidad. Por ejemplo, la de hacer un Live Aid diferente, sin primeras ni segundas filas. Íntimo y doméstico. Algo así fue 'One world: Together at home', especial musical contra el coronavirus que en la noche del sábado al domingo llevó actuaciones íntimas de grandes estrellas a las casas de más de 175 países, a través de un puñado de cadenas televisivas, plataformas y redes sociales.

Detrás de la idea estaba la organización de activismo social Global Citizen, y el principal beneficiario ha sido la OMS; en concreto, su fondo solidario de respuesta al covid-19. Lady Gaga ejerció como comisaria y, según ha explicado, se encargó también de llamar a potenciales donantes, básicamente grandes empresas y líderes mundiales. La iniciativa ya ha logrado compromisos por valor de casi 117 millones de euros.

Jornada bastante histórica

Gaga no se cansó de recordarlo en los días previos. 'One world: Together at home' no iba a ser un evento de recaudación de fondos. El espectador no tenía que sacar la cartera ni el teléfono. Todo se basaba en mirar, escuchar y disfrutar. En relajar los ánimos, aunque entre canción y canción se nos recordaron los efectos del covid-19 a través de testimonios desgarradores de las y los valientes que están luchando en las primeras líneas: profesionales sanitarios, científicos, trabajadores de servicios esenciales Fue una larga, larga noche en alternancia constante entre la descompresión y el sobrecogimiento infinito.

En total fueron ocho horas de montaña rusa emocional: las seis primeras en forma de emisión por streaming y las dos últimas como blockbuster televisivo inusualmente artesano, como todo en la tele ahora mismo. Gracias seguramente a la inferencia de Gaga, tres grandes cadenas rivales de Estados Unidos (ABC, CBS y NBC) accedieron no solo a emitir el mismo programa a la misma hora, sino también a que sus grandes estrellas del late-night (Jimmy Kimmel, Stephen Colbert y Jimmy Fallon, respectivamente) se repartieran el trabajo de presentarlo. En diversos sentidos, 'One world: Together at home' tuvo bastante de histórico.

Comunión en diferido

Si decimos "bastante" en lugar de "absolutamente" es porque, en realidad, todo el material se había pregrabado, lo que rebajó un poco la sensación de estar viviendo algo irrepetible en comunión global. Se entiende la decisión, sea como sea. Si un simple chat con la familia por Google Duo siempre trae problemas, imagínense lo improbable de ir enlazando decenas de conexiones con casas (o casazas) de todo el mundo y que quede profesional.

El especial pareció diseñado para los países que usan hora central europea, como el nuestro: empezó a las ocho con un clip sobre los aplausos de las ocho. Durante las seis horas de precalentamiento, estrellas del cine y la televisión como Jameela Jamil, Matthew McConaughey, Danai Gurira y Don Cheadle se turnaron en las labores de concienciación y llamada a la acción. La primera voz cantante: la de Andra Day con una motivacional 'Rise up'. Llegarían después clips domésticos de Niall Horan, Hozier con Maren Morris, Rita Ora, Christine and the Queens, Kesha o el matrimonio de pianistas clásicos formado por Lang Lang y Gina Alice Redlinger.

Puede que no fuera un directo-directo, pero podía ser más distraído que una retransmisión de concierto al uso. El escenario cambiaba, claro, con cada artista. También la forma de presentar y grabar las canciones. Luis Fonsi nos sorprendió tocando con otros tres músicos. Todos bien separados, sea como sea, al contrario que Picture This, apiñados en un sofá. Charlie Puth no se preocupó por hacer la cama. Sheryl Crow abrazó la profesionalidad completa, pero por qué no hacerlo si tienes un estudio en el granero de tu casa de campo. Pero quienes se lucieron realmente fueron los surcoreanos SuperM: cantaron 'With you' mientras nos mostraban sus hobbies de confinamiento, como cocinar, colorear o montar maquetas de barco. El mundo de 'One World: Together at home' fue amplio e incluyó también a artistas de Sudáfrica (Black Coffee, Cassper Nyovest, Sho Madjozi), la India (Vishal Mishra) o Hong Kong (Jacky Cheung).

Las dos horas de la verdad

Si durante ese primer tramo, el ritmo de la emisión fue relajado, en las dos últimas no hubo tiempo de mirar el reloj. El espectáculo fluyó con precisión y agilidad, bien animado por Colbert, Fallon y Kimmel y con números musicales en general breves. Arrancó este apartado Lady Gaga con una versión de 'Smile', de Nat King Cole. "Lo que quiero hacer esta noche es daros permiso, al menos por un momento, para sonreír", dijo para justificar su elección de canción, no muy original, todo sea dicho.

Otros artistas también tiraron de estándares de sentirse bien, como los tortolitos Shawn Mendes y Camila Cabello ('What a wonderful world') y los solo colegas John Legend y Sam Smith (ambos fardando de trofeos, Smith más sutilmente, en su versión de 'Stand by me').

Stevie Wonder recordó el 'Lean on me' del recién fallecido Bill Withers, mientras que Paul McCartney rindió tributo a su madre, comadrona de profesión, antes de encarar 'Lady Madonna'. Más figuras venerables: Elton John desde su jardín con un apropiado 'I'm still standing' ('Todavía estoy en pie'), o los Rolling Stones, cada uno en su casa (y Charlie Watts sin batería, tocando al aire), con la no menos apropiada 'You cant always get what you want' ('No siempre puedes tener lo que quieres', como por ejemplo, salir de casa ya mismo).

Optimismo versus realismo

Hubo artistas que trataron de ver las cosas con optimismo y buen humor, y otros, en cambio, parecían decididos a hundirnos la noche. Kacey Musgraves optó por 'Rainbow', una canción con mensaje de "todo irá bien al final". Fallon se acompañó de The Roots, la banda residente de su programa, para una versión del 'Safety dance' de Men Without Hats con la letra ligeramente retocada: ahora la cosa ya no va de mirarse las manos, sino de lavárselas. Lizzo eligió el 'A change is gonna come' de Sam Cooke para hacernos creer en eso, en que esto cambiará. Billie Eilish y su hermano Finneas (¿cuál de los dos se saltó el confinamiento?) no versionaron 'Stormy monday blues', de Bobby Bland, sino 'Sunny', de Bobby Hebb.

El menos optimista fue Billie Joe Armstrong. De entre todo el largo repertorio de Green Day, eligió nada menos que 'Wake me up when September ends' ('Despiértame cuando acabe septiembre'): sus previsiones en cuanto a desconfinamiento y desescalada son de agorero catastrofista. Eddie Vedder (líder de Pearl Jam) se sirvió de un armonio del siglo XIX para una excelente pero desconcertante 'River cross': "No quiero que este sueño se acabe nunca", cantó con su voz gutural. En la recta final de 'Soon you'll get better', Taylor Swift entonaba una conclusión desoladora: "Esto no volverá a ser normal, si es que alguna vez lo fue". Quería hacernos llorar, como Jennifer Lopez con su plañidera versión de aquel 'People' popularizado por Barbra Streisand.

El clímax final llegó con una épica versión a múltiples pantallas de 'The prayer', el dueto de los 90 de Andrea Bocelli y Céline Dion, con la participación de ambos y el añadido de Gaga, Legend y Lang Lang. Pero Internet había explotado con más fuerza bastante antes: con la aparición sorpresa de Beyoncé para denunciar la desproporcionada cifra de muertos por coronavirus entre la población negra.

Estamos todos en la misma batalla, pero no todos con los mismos medios ni la misma protección. En cierto modo, el especial sirvió para poner en relieve las abismales desigualdades sociales de este mundo: en un clip se nos recordaba la situación de los sin techo y en otro, poco después, Jack Black nos animaba a hacer ejercicio mientras ofrecía un casi ofensivo tour por su mansión con pista de 'skate'.