Elegante puesta en escena de Tirant, ayer en el Teatro Principal de Castelló, adaptación de la novela de caballería de Joanot Martorell a cargo de Paula Llorens. Un montaje que vislumbra aspectos casi desconocidos de la historia del valiente caballero, solicitado con ansias por las mujeres.

Coproducción del Institut Valencià de Cultura (IVC) y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) como enredo que se asemeja a otros del Siglo de Oro, pero en la que se fusionan elementos históricos de duras batallas, intrigas palaciegas y un gran eje de excitación carnal por parte de hombres y mujeres. Erotismo teatral cien por cien.

Una dramaturgia que huye de la recreación literal o de la aproximación museística, para apostar por su contagiosa vitalidad, la vulnerabilidad de su héroe, el erotismo libertario de algunas de sus escenas y la riqueza de los personajes femeninos.

Sobre todo, eso. Feminismo a ultranza bajo el axioma de que empiece la batalla... del amor gozoso en una dramaturgia juguetona, dirigida por Eva Zapico. Con una Carmesina, Lucía Poveda, que se sale del escenario y se transfigura; una Estefanía, Mar Mandili, que luce y seduce; una Plaerdemavida, Raquel Piera, sobresaliente; una Viuda Reposada, Maribel Bayona, espléndida; un Tirant, Raúl Ferrando, testosterona y majestuoso; un Emperador, Sergio Ibáñez, solvente; un Diafebus, Antonio Lafuente, resultón; y un Beatbox, Kike Gasú, molón. ¿Todo vale en el amor y en la guerra? Posiblemente, sí.