Elizabeth Moss ha participado en algunas de las series que han revolucionado el panorama de la ficción televisiva reciente, desde El ala oeste de la Casa Blanca hasta El cuento de la criada, pasando por Mad men y Top of the lake. Pero también se ha embarcado en proyectos de cine independiente arriesgados en los que ha demostrado su versatilidad y carisma. Ahora se convierte en la protagonista absoluta de la nueva versión de El Hombre Invisible, en la que vuelve a encarnar a una mujer que lucha contra los estigmas de la sociedad patriarcal, en este caso al ser acosada por su expareja, que la torturará hasta límites insospechados aprovechando que no puede ser visto por nadie.

¿Cómo querían abordar esta nueva versión del clásico de H. G. Wells?

Uno no quiere ver de nuevo la misma historia, esa ya la sabemos, así que se trataba de darle una vuelta de tuerca contemporánea y centrarnos en el punto de vista femenino, en el de la víctima que es perseguida por un hombre que aprovecha su invisibilidad para ejercer la violencia machista.

Parece haberse especializado en personajes que visibilizan los problemas de las mujeres maltratadas y sometidas. ¿Le interesa particularmente el tema?

Me parece importante alzar la voz después de tanto tiempo silenciando a las mujeres, tratándolas como bobas o como excesivamente emocionales, deslegitimizando sus protestas. Es una responsabilidad del cine y del arte en general tratar temas importantes, y lo que está sucediendo con los derechos de las mujeres es algo que resuena en el mundo. Si vemos las estadísticas de la violencia de género nos damos cuenta de que las cosas no van bien, que es una epidemia que no se trata lo suficiente.

¿Cree que el MeToo y las nuevas olas feministas han contribuido a que las películas se comprometan con la conciencia de género?

Los estudios de cine están despertando gracias a la presión social. Se han dado cuenta de que se trata de contar historias con las que la gente se pueda identificar y eso incluye a las mujeres, a los colectivos LGTBI o a los diferentes grupos raciales.

¿Cree que el género de terror es una buena herramienta para contar alegorías sobre el mundo en el que vivimos?

Creo que estamos viviendo un gran momento a través de películas que escapan de los estereotipos, como Déjame salir, Nosotros o Un lugar tranquilo, que tienen un mensaje subyacente muy potente, algo que ocurría también en los años setenta. El terror es una buena manera de explicar el mundo, sí.

Sin embargo, sigue sin ser reconocido en los premios.

Creo que no ha habido una mejor interpretación este año que la de Lupita Nyongo en Nosotros y mucha gente se ha quejado de que no estuviera nominada. Pero que esto forme parte de la conversación ya es un cambio. Y que Parásitos haya ganado el Oscar lo revoluciona todo, porque significa que puede triunfar una película que no ha sido diseñada para eso.

¿Qué diferencias destacaría entre su papel de Cecilia en El Hombre Invisible y el de June Osborne en El cuento de la criada?

June es un personaje fuerte que sigue unas reglas establecidas que se ha autoimpuesto para poder lidiar con la situación a la que se enfrenta. Cecilia es más vulnerable, no es una líder, es una mujer traumatizada, rota y llena de inseguridades. Así que la llevé al terreno del miedo absoluto por todo.

¿Qué haría si fuera invisible?

Haría de Robin Hood. Cogería el dinero de la gente que tiene mucho y lo despilfarra y lo utilizaría para cosas buenas.