Fenómeno de masas sin precedentes en el ámbito literario de Castellón. Un día, en el 2011, autoeditó su primera novela El boligrafo de gel verde y empezó a recorrer librería. Primero, las de Castellón, después València, Alicante... para vender sus letras y, posteriormente, utilizó Internet y las redes sociales para dar a conocer su literatura (aún lo sigue haciendo, claro). Hasta que Planeta se fijó en él. En sus obras relata situaciones cotidianas, sentimientos dados y recibidos, soflamas de esperanza y de redención, incluso juegos para alcanzar la autoestima y personajes cercanos que viven en mundos particulares y ensoñaciones perfectas. Eloy Moreno (Castellón, 1976), todavía embelesado por el éxito de sus libros (el sábado llenó Argot firmando ejemplares), Lanza Invisible, su nuevo trabajo literario convertido en «un ejercicio de metáforas», como él mismo describe un relato en el que surgen «nuestros dragones y nuestras lunas interiores», manifiesta tozudamente para no desvelar el argumento «que hasta la mitad del libro no se desentraña».

--¿Qué nos ofrece en Invisible

--Es muy obvio. Algo que no se ve. Hay gente invisible y también, nosotros, hacemos invisibles a las personas. ¿Quién no ha deseado alguna vez ser invisible? ¿Quién no ha deseado alguna vez dejar de serlo? Es un libro lleno de metáforas. Todos tenemos un dragón en nuestro interior y una luna que nos guía.

--¿Cúal es el secreto del éxito de sus novelas? ¿Por qué gustan tanto sus historias?

--Yo creo que porque son historias cotidianas. Cosas que les ocurre a la gente a lo largo del día. El lector se siente identificado con las tramas y los argumentos, con personajes que les son muy cercanos. Libros que, además, te hacen pensar. Son muy reflexivos.

--Usted empezó con autoedición.

--Sí. Un día edité mi novela El bolígrafo de gel verde, llevándola a una imprenta para que la editaran y la fui ofreciendo a las librerías. Y acabó el 2011 como el libro más vendido de España. Después, ya entré en el mundo de las editoriales, pero sin olvidar la aventura de El bolígrafo de gel verde.

--Es decir, ¿los sueños se hacecen realidad?

--Sí. Los sueños se hacen realidad si los persigues, si te los trabajas, si eres valiente y quieres asumir los riesgos. Me he encontrado con lectores que, tras leer mis libros, me han dicho: Voy a cambiar de vida. Y han cambiado el sentido y la orientación de sus vidas profesionales y personales.

--Usted es profeta en su tierra. Sin embargo, ¿falta en Castellón un escritor de referencia como podrían ser los Machado en Soria y/o Sevilla; García Lorca, en Granada; Pío Baroja en el País Vasco; Blasco Ibáñez, en Valencia...?

--Pues, no lo se. En Castellón hay bastantes y buenos escritores. Es posible que nos haga falta un escritor de referencia, aunque en Castellón es difícil editar y publicar tus libros.

--Usted es experto en reflejar sentimientos en sus obras literarias. No estamos acostumbrados a sacar a flote nuestros sentimientos. ¿Hay demasiados convencionalismos e hipotecas en nuestras vidas?

--Sí. En mi novela El regalo hay un diálogo entre una madre y un hijo. Ella le dice te quiero y él contesta yo también. La madre le reprende: «Yo también no me vale, tienes que ser valiente y decir te quiero». Eso es lo que nos pasa, no nos atrevemos a decir te quiero y decirlo es muy necesario para el que va dirigido y para el que lo dice. Tenenos que sacar al exterior nuestros sentiminetos.

--Ha ‘inventado’ las llamadas visitas guiadas de los escenarios donde discurren las tramas de los libros.

--Y, además me lo pasó muy bien. Por ejemplo, tengo ya organizadas varias a Toledo, donde discurre la acción de Lo que encontré bajo el sofá. Esta iniciativa tiene muy buena aceptación.

--¿Y Castellón es un buen escenario para ficciones literarias?

-Ya lo creo. Son muchos los escritores que convierten a Castellón en escenario de historias literarias. Y ha sido así a lo largo de la historia de la narrativa.

-Los personajes de sus novelas viven y fantasean en mundos imaginarios. Diferentes.

-Sí. Me gusta que mis personajes vivan sus propios mundos. Sobre todo, los niños tienen que vivir en su mundo. Para crecer en su imaginación. Tenemos que inventarnos nuestros propios mundos. Por eso me gustan los libros de Juan José Millás, Ana María Matute… porque son capaces de crear sus propios mundos, que son increíbles y te llevan a la imaginación más desbordante. Y, sobre todo, me gustan todos aquellos escritores que hablan de las relaciones humanas en sus novelas, de la conciencia, de los sentimientos… Por ejemplo, me encanta Isaac Asimov.