Poco después de que salieran a relucir las primeras acusaciones contra Plácido Domingo por acoso sexual, la Ópera de Los Ángeles anunció la apertura de una investigación "independiente" para esclarecer la veracidad de las alegaciones. Esa investigación se prevé fundamental para determinar el futuro del artista español, que es director general de la institución angelina desde el 2003 y ha visto cómo, en gran medida, el mundo de la ópera le concedía el beneficio de la duda desde que estalló el escándalo a principios de agosto. Pero los expertos también señalan que este tipo de pesquisas raramente arrojan resultados concluyentes y pocas veces se hacen públicas. Ese factor podría beneficiar a Domingo, aunque crece el número de voces que dan crédito a las acusaciones lanzadas contra el tenor por una veintena de mujeres.

El último artículo de Associated Press cita a varios antiguos empleados de la Ópera de Los Ángeles que habrían sido testigos del comportamiento inadecuado del artista, sus constantes insinuaciones y el persistente acoso descrito por sus acusadoras. "Pusimos en marcha toda clase de elaboradas estrategias para mantenerle alejado de ciertas cantantes", asegura a la agencia Melinda McLain, que trabajó como coordinadora de producción del coliseo angelino en su temporada inaugural 1986-1987 y coincidió también con el español en la Ópera de Houston. "Nunca hubiera enviado a una mujer a su camerino". Una de esas estrategias habría consistido en invitar a Marta Domingo, la esposa mexicana del tenor, a las fiestas de la compañía porque "cuando Marta estaba cerca, se comportaba".

Varias fuentes anónimas del departamento de vestuario sostienen que el comportamiento del tenor era ampliamente conocido en la casa, también entre los gestores de la compañía. "Era conocido por acercarse demasiado, por sus abrazos, besuqueos, tocamientos y por ser físicamente afectuoso", ha dicho una empleada que sigue trabajando allí. En ese sentido, la cultura estadounidense es bastante distinta a la española. El espacio personal es sagrado y raramente se demuestra el aprecio con gestos físicos, aunque las acusaciones contra el tenor van más allá de los excesos de afecto. "Mi jefe más directo me dijo que no enviara a ninguna mujer joven y atractiva a su camerino debido a su comportamiento", añade la misma empleada.

Otra de las trabajadoras de la Ópera de Los Ángeles sostiene que el español la empujó una vez contra la pared, la cogió de la mano y le susurró al oído delante de su jefe. No informó de lo sucedido porque "no debería corresponderle a la chica del pasillo que trata de hacer su trabajo con unos auriculares en la cabeza". Una de las bromas que corrían entre los trabajadores del backstage decía que habría que poner "insecticida para tenores" a las cantantes "para mantenerlos alejados".

En respuesta a las nuevas acusaciones, la Ópera de Los Ángeles ha dicho que se las toma "extremadamente en serio", pero no entrará a valorarlas para no entorpecer la investigación en curso.