El Premio Nobel de Literatura que se fallará este jueves, es sabido, es de todo punto excepcional no solo porque se van a conceder dos galardones correspondientes al año pasado y al actual, sino porque quizá las reglas del juego pudieran haberse transformado con la renovación de la institución y eso es un factor importante a la hora de plantearse las quinielas. Aunque esta vez hay un valor seguro, la preponderancia de las mujeres. Tras el escándalo sexual que precipitó el premio al vacío el pasado año todo el mundo da por hecho que la ganadora de uno de los dos premios (o incluso de los dos) será mujer y eso está marcando las cábalas.

Como no hay constancia de la lista de autores final que baraja la Academia Sueca y que es una selección de los 350 nombres propuestos por los propios académicos, organizaciones culturales, universidades y escritores ya laureados, todo se encierra en un gran secretismo. Así que el único indicador (absurdo si se quiere) que existía eran las listas que se establecen en las casas de apuestas, pero ahí también llegó, al parecer, el largo brazo de la corrupción porque en las últimas horas antes del anuncio nombres que se encontraban en las profundidades de la lista ascendían vertiginosamente y, oh sorpresa!, coincidían con el ganador. Antes del escándalo del 2018, la Academia reprendió varias veces a sus miembros porque era evidente que había habido filtraciones.

Las consecuencias de la crisis han provocado que la veterana casa de apuestas británica Ladbrokes ya no las acepte en relación al Nobel (por lo menos este año) y el foco de atención mediática haya pasado a Nicer Odds. ¿Qué dicen las quinielas ahí? Que la ganadora, que no se ha movido de su lugar sospechosamente en los últimos días, podría ser la poeta canadiense Anne Carson, y la opción ha sido bien recibida por incontestable. Carson, es una de las voces más reconocidas y a la vez populares -teniendo en cuenta el nicho reducido de la poesía- de la lengua inglesa. Le sigue un nombre muchísimo más conocido también del mismo país, Margaret Atwood, a quien el éxito televisivo de 'El cuento de la criada', publicada originalmente en 1985, ha puesto de moda y precisamente eso, la moda, ha sido siempre un antídoto para hacerse con el galardón, aunque tenga a su favor su feminismo militante (no es exactamente el caso de Carson) y su encendida defensa ecologista.

SEIS MUJERES POR CUATRO HOMBRES

La tercera, la guadalupeña Maryse Condé, que no había aparecido en las apuestas de años anteriores (lo que no es óbice para ganar el premio) se ha aupado gracias a haber recogido el pasado año el Nobel alternativo, que a modo de desagravio, se inventaron una serie de críticos y periodistas suecos. Condé, además de cronista del África negra, es una declarada activista de los derechos civiles de las comunidades negras tanto en Estados Unidos como en Francia, donde reside.

Ellas son tres de las seis mujeres ocupan los diez primeros puestos del escalafón, lo que contrasta con la quiniela del 2017 en la que solo aparecía una mujer, la Atwood. Lo que es inamovible son algunos nombres que año tras año suelen aparecer en los pronósticos: el poeta sirio Adonis, el keniano Ngugi wa Thiongo, el japonés Haruki Murakami (por supuesto) o el coreano Ko Un. Aunque en los últimos tiempos pujan al alza en cuanto a consideración autores como el rumano Mircea Cartarescu. Por lo que respecta al castellano, el último en recogerlo fue el peruano Mario Vargas Llosa pero si nos atenemos a castellano peninsular la historia se remonta a Camilo José Cela en 1989. Treinta años es un buen plazo para que el Nobel vaya a parar de nuevo a un español. El único integrante de la lista es Javier Marías, que siempre ha sido junto con Enrique Vila-Matas uno de los autores a considerar. Y al otro lado del Atlántico hay que recordar que los argentinos tienen Papa pero no Premio Nobel y qué mejor que el extravagante César Aira para hacerse con él.