Abrió los ojos como platos cuando el director del festival le explicó que su concierto tendrá como invitada especial la luna llena. Han pasado casi dos años desde que se convirtió en uno de los rostros más conocidos del país, pero su expresividad sigue intacta. Amaia Romero no solo estuvo en la presentación de este nuevo evento como artista, sino también como visitante asidua. «Es un pueblo al que vengo cada verano casi desde que nací, y me causa sentimientos de nostalgia e ilusión», explicó ante los asistentes.

De hecho, agradeció que el acto de ayer transcurriera en los jardines del castillo («nunca había estado y es precioso»), al tiempo que recordaba cómo le gusta recorrer las calles «por la noche» y quedarse «mirando el mar desde las terrazas».

En cuanto al espectáculo que ofrecerá el día 17, avanzó que interpretará las canciones de su primer disco, que saldrá en septiembre con el título de Pero no pasa nada, con una música «sencilla, fácil de escuchar y bonita; pop clásico de toda la vida».

La de Peñíscola será una de sus principales actuaciones de la temporada, con la consiguiente expectación entre los seguidores cosechados en el concurso que le dio la fama. «Hasta ahora he tocado en festivales y la reacción de la gente ha sido muy buena. Por las estadísticas de redes como Instagram, la medida de edad ronda entre los 20 y los 30 años», comentó, para acto seguido detallar el motivo de la tardanza de su debut en la industria discográfica. «Hay que tener en cuenta que solo ha estado en OT, algo que te da una fama un tanto artificial, porque te da de golpe una popularidad que en realidad tardaría muchos años en tener. Así que al principio me sentía perdida y no conocía apenas nada de este mundo», puntualizó.

El año pasado, Amaia también pasó unos días en Peñíscola, aunque ya notó la diferencia de ser anónima a una estrella. Aun así, sigue siendo fiel al destino.