El Festival de Música Antigua y Barroca de Peñíscola se puso anoche de gala para la visita de Jordi Savall, uno de los intérpretes que mejor simbolizan los objetivos de este evento estival, como es sacar de la oscuridad piezas poco habituales en salas de conciertos, o descubiertas recientemente; y que fueron creadas en los inicios de la historia de la música.

Acompañado de su hijo Ferran y del percusionista David Mayoral, su espectáculo estuvo basado en el diálogo entre Oriente y Occidente, con un repertorio que recorrió la tradición y alternó obras cultas y populares de Afganistán, Israel, Marruecos, Turquía o Escocia. Algunas de ellas tienen su origen en el siglo XI, por lo que la propuesta, en palabras de Savall, «se convierte en un modo esencial de encontrar las raíces mismas de la civilización», detalla.

UBICACIÓN / La presencia estelar de esta edición del festival no pudo tener como escenario su emplazamiento habitual del patio de armas del castillo. Las previsiones de una meteorología adversa motivaron el cambio al Palau de Congressos, al ser un espacio a cubierto con capacidad suficiente para albergar a los asistentes. Eso sí, no esperaban que no funcionara el aire acondicionado, lo que generó muchas quejas.

Tras la buena respuesta del público al concierto del martes, con Carlos Núñez, y la cita de ayer, el certamen encara su recta final.

Esta noche (22.30 horas) se producirá la segunda visita internacional del 2018, con la presencia de Ensemble Inégal. Procedente de la República Checa, ejecutará composiciones de Vivaldi, bajo la dirección de Adam Viktora. Este colectivo, fundado en el año 2000, integra a vocalistas e instrumentistas y está especializado en música que va desde el Renacimiento al Romanticismo.

Las dos últimas actuaciones contarán con dos grupos que ya conocen este festival. Uno de ellos son los valencianos Harmonia del Parnàs y el otro será el conjunto aragonés Al Ayre.