Tenía Kirk Douglas 31 años cuando comenzó la caza de brujas, precisamente en el momento en el que empezaba a posicionarse dentro del 'star system' de Hollywood gracias a películas como Retorno al pasado. Fue el inicio de una época oscura marcada por la dictadura ideológica que duraría hasta finales de los años 50, con censura y la persecución a través de la creación de una lista negra de actores, directores y guionistas simpatizantes con el Partido Comunista que debían ser erradicados del sistema.

A los componentes de la primera lista negra se les conocería con el nombre de 'los diez de Hollywood', ya que se negaron a colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas. Con el apoyo de los principales estudios de la época, fueron encarcelados e inhabilitados de sus empleos. Entre ellos se encontraba el guionista Dalton Trumbo, que también había escrito la novela antibelicista 'Johnny cogió su fusil', que más tarde llevaría al cine.

Dalton Trumbo, hacia 1940

Después de pasar por prisión y exiliarse a México, Trumbo comenzó a firmar guiones con seudónimo. Era una actividad de alto riesgo, tanto para él como para los directores que se atrevían a ficharlo en esas condiciones debido a la psicosis y el miedo que se había extendido en el seno de la industria a través de chantajes, conspiraciones y puñaladas traperas. Trumbo no podía tener una cuenta bancaria, tenía que cobrar en negro y su teléfono estaba intervenido por el FBI.

Durante años estuvo trabajando en la sombra, incluso ganó dos Oscar que no pudo recoger, el de 'Vacaciones en Roma' y el de 'El Bravo'.

Cuando Kirk Douglas quiso trasladar a la gran pantalla la novela de histórica de Howard Fast 'Espartaco', ya se había convertido en una gran estrella. Fichó a Stanley Kubrick para dirigirla y tomó una decisión inesperada que cambiaría el rumbo de la historia: no solo contrató a Dalton Trumbo para escribir el guion, sino que lo puso en los títulos de crédito iniciales, sin enmascaramientos por primera vez en más de diez años. Otto Preminger seguiría el ejemplo de Douglas ese mismo año reivindicando al guionista en su película 'Exodus'. Gracias a ellos, se rompió con el terror de las listas negras de Hollywood. Pero nada es tan sencillo como parece: había que tener el coraje de arriesgar superproducciones tan ambiciosas por defender la integridad y los valores morales y dar un puñetazo sobre la mesa frente a una situación insostenible.

Hace unos años, cuando se estrenó el 'biopic' 'Trumbo', Kirk Douglas se manifestó al respecto: "Como actores, es fácil para nosotros interpretar a un héroe. Tenemos que luchar contra los malos y defender la justicia. En la vida real, las decisiones no siempre son tan fáciles, porque las consecuencias son dolorosas. A lo largo del periodo que duró la lista negra, tuve amigos que se marcharon al exilio porque nadie quería contratarlos; actores que cometieron suicidio porque estaban desesperados. Mi joven coprotagonista de 'Detective Story', de Lee Grant, no volvió a trabajar en doce años después de rechazar vender a su marido. Yo fui amenazado por dar trabajo a mi amigo Dalton Trumbo y me llamaron 'commie-lover' amigo de los comunistas. Pero hay momentos en los que uno se da cuenta de que lo importante es luchar por los principios. Y yo estoy orgulloso de aquellos compañeros que usaron su influencia para luchar contra la injusticia".

En sus memorias 'Yo soy Espartaco' (Capitán Swing), no se encuentran demasiadas referencias a Trumbo. Douglas se sitúa como la figura heroica de la historia, como el verdadero artífice del final de la censura. En realidad, así fue, convirtiéndose la estrella en uno de los baluartes del activismo político de la época.

Por su parte, Trumbo aprovechó la coyuntura para vengarse de sus años de sufrimiento incluyendo líneas de diálogo que son hoy parte de la historia del cine: "Solo un hombre que se sabe libre es capaz de liberarse de la esclavitud" o "Volveremos, y seremos millones".