Después de un rato en el Arenal se llega a una rápida e innegable conclusión: una de las auténticas protagonistas del festival es la riñonera. Este complemento no conoce de sexos y presenta tantos diseños como gustos de sus propietarios. Sean chicas o chicos, los sounders la llevan a todas partes, porque en su interior guardan su kit de supervivencia.

Resguardan una herramienta omnipresente: el teléfono móvil. Sin él, el kit de supervivencia simplemente no sería. A partir de ahí, y a partir de varios testimonios, se aprecian sensibles diferencias entre ellas --que van más cargadas-- y ellos --que portan solo lo imprescindible--.

Mientras se protegen del sol tras el autobús del Negrita Stage, Elena, Sara, Eva, Roser, Júlia y María, amigas de 17 y 18 años de Vila-real, no dudan en mostrar sus pertenencias: junto a la batería externa para que sus móviles sobrevivan a jornadas maratonianas, su documentación, dinero, pañuelos y un abanico. No pueden faltar un peine y gomas para el pelo. 35 grados a la sombra pasan factura, pero el buen aspecto no es negociable.

Por su parte, Sergi, Adrián, Miguel, Saúl, Diego, Sergio y Raúl, amigos castellonenses de 17 años, a las puertas del Beach Club, llevan en sus riñoneras una carga más ligera: la cartera con su identificación y dinero, las llaves de casa y, claro está, el móvil. Solo uno ha traído un pañuelo «por puro postureo». Otro confiesa guardar el tabaco.

Las coincidencias entre ellos y ellas no solo se aprecian en su relación con sus teléfonos móviles y la necesidad de preservar posesiones tan básicas como el dinero y las llaves de casa, también comparten actitud. Saben que por la mañana hay que descansar el máximo posible, porque el ritmo del festival es bastante exigente y a los novatos los quema el entusiasmo.

coincidencias // Más allá de lo que pueden guardar en el complemento universal del sounder, sí que hay dos cosas que todos consideran fundamental, independientemente del sexo y de los gustos musicales —ellas quieren ver a Dorian, La Raiz, Dimitri Vegas y Bad Gyal, y ellos a Bad Bunny y Rozalén—: el autobús que cada día les lleva a su casa y las tremendas ganas de fiesta. Esas nunca se las dejan olvidadas.