Lila Avilés pertenece a una nueva generación de directoras mexicanas que están desafiando el carácter patriarcal del cine de su país. Todos conocen a Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, pero pocos a Alejandra Márquez, Tatiana Huezo, Ángeles Cruz, Mariana Chenillo, Astrid Rondero o Elisa Miller, a pesar de que están haciendo un cine mucho más valiente y comprometido.

“Me gustaría aprenderme todos los nombres seguidos de mis compañeras como si fuese un rap, para no olvidarme de ninguna”, dice Lila Avilés. La directora estrena ‘La camarista’, una película que podríamos considerar el reverso 'indie' de ‘Roma’ de Cuarón, con la que tiene algunos puntos en común (además de haber representado en años consecutivos a México en los Oscar): Ambas están contadas desde el punto de vista de una mujer que trabaja como empleada doméstica, la primera dentro de una casa acomodada, la segunda en un hotel de lujo. Son personajes tradicionalmente invisibles, que han de pasar desapercibidos, pero en este caso, el verdadero foco es esa mujer oprimida que lucha en su día a día para salir adelante en medio de un entorno hostil, no el señor blanco y rico que se pone detrás de la cámara para trascender a través de una historia sobre la lucha de clases.

La camarista sigue a Eve (Gabriela Cartol) en su periplo diario en el hotel. No la vemos en otro espacio, no sabemos cómo es su casa o a lo que se tiene que enfrentar cuando allí llega, solo que tiene un hijo al que ha de mantener. Y quese esfuerza muchísimo por hacerlo todo bien. “Se exige demasiado a sí misma. Por eso resulta un personaje tan impenetrable al principio, porque está enfocada en sus objetivos”.

Lila Avilés es autodidacta, se formó en el teatro y para su primera película se basó en la obra de la artista Sophie Calle ‘L’hotel. “Los hoteles, los aeropuertos, son espacios en los que la gente está siempre circulando, la eterna novedad. Como el paso del tiempo. Nada queda, todo es efímero”.