Cuando arranque oficialmente la temporada del Liceu con la ópera 'Don Giovanni', el 24 de octubre, el melómano deberá sentarse solo, con una butaca de separación a ambos lados y con una butaca libre delante suyo y otra detrás. "Dentro de la incertidumbre intentamos generar la máxima certeza y sabemos que esta separación es segura", ha señalado Valentí Oviedo, director general del coliseo. Ha reconocido que será imposible que todos los abonados mantengan su butaca y su turno. Algunos turnos como el A y el B superan de largo el 50% de una sala que ahora, con suerte, dispondrá solo de la mitad de su aforo. Habrá que recolocarlos. Oviedo también ha solicitado ampliar ese tope de 1.000 espectadores decretado por el Procicat. Quiere alcanzar 1.144 butacas, 50% del aforo.

El primer concierto del curso, este domingo, con Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala y las dos funciones de 'Il trovatore' en versión concierto dirigidas por Dudamel -la próxima semana, días 1 y 4 de octubre- serán las únicas en las que el público podrá sentarse como unidad de convivencia. Como en el resto de temporada, deberán llevar mascarilla en todo momento y limitar al máximo su movilidad en la sala. La seguridad manda. Solo con que un músico de la orquesta, del coro o de los solistas invitados se contagie la función se suspenderá. Por eso Oviedo solicita "el máximo compromiso tanto a los artistas como al público" que acuda esta temporada al Gran Teatre.

Las medidas desplegadas por el Gran Teatre -en la entrada controlará la temperatura del público con unas cámaras- han sido aplaudidas por la soprano norteamericana Sondra Ravanovsky y el tenor polaco Piotr Beczala al llegar este viernes al coliseo para hablar de su actuación, que será la primera tras seis meses a causa de la pandemia. "La seguridad es fundamental", ha afirmado Radvanovsky, a quien el test realizado en el Liceu ha detectado que tenía anticuerpos del covid-19, como su marido. "Imaginaba que habíamos pasado el virus porque tras una actuación en marzo en Río de Janeiro nos encontramos cansados y perdimos el sentido del olfato," ha explicado la cantante. Casi con lágrimas en los ojos ha lamentado "estos tiempos difíciles". Espera que el repertorio verista elegido sirva para transmitir "un mensaje de amor y esperanza".

Beczala, con quien ha cantando en gran cantidad de producciones -el año pasado interpretaron 'Luisa Miller', de Verdi, en el Liceu- ha seguido cantando en verano en festivales, a diferencia de Radavanovsky. El tenor destaca que todo ha cambiado en el mundo de la ópera: "Tengo una agenda con compromisos hasta el 2024-25 pero quién sabe qué va a ocurrir. En estos momentos lo importante es llevar la máscara y el teléfono encendido".