La lucha por sobrevivir y la incomunicación. Son los dos items que planean a lo largo del desarrollo de Una història real, que llega al Teatro Principal el 14 de febrero (19.00 horas). Una producción que lleva el sello de La Villarroel, una de las mejores salas de teatro de Barcelona y bajo la dirección de un transgresor e inefable Pau Miró. Solvencia contrastada.

Protagonizada por Julio Manrique, Mireia Aixalà, Tilda Espluga y Nil Cardoner, la propuesta de Miró arrastra al espectador a la gestión de un duelo y a la necesidad de limpiar como terapia beneficiosa para el alma. Cada persona lo lleva de una manera, pero, ¿qué pasa cuando los vacíos emocionales y educativos hacen que un joven busque refugio desesperadamente? ¿Qué puede llevar a un joven de familia progresista a coquetear con la ultra derecha supremacista? ¿Es el miedo? ¿La soledad? ¿O falta de referentes sólidos? El discurso del miedo coge fuerza, las grietas del pensamiento progresista son cada vez mayores con un individualismo feroz.

«Mientras escribía descubrí que lo que más me preocupaba en el fondo no eran las ultraderechas propiamente dichas, sino las izquierdas y sus discursos presuntamente progresistas y, en particular, lo alarmantes que son sus contradicciones, su hipocresía, y la comodidad en que se han instalado», asegura Pau Miro. Añade que no pretende «establecer una relación de causa y efecto entre el ascenso de la ultraderecha y esta anemia del pensamiento de la izquierda, aunque es muy posible que haya concomitancia».

DE CARÁCTER MORAL

Y así surgió Una història real en la que esta preocupación política se trenza con otra de carácter moral, en este caso centrada en la figura del escritor que, para buscar el éxito, no duda en comerciar con su propia intimidad. Estos mimbres se entrelazana su vez con la relación que se establece entre un muchacho joven, atraído por el pensamiento de la ultraderecha, y su padre, con lo que entra en juego un tercer elemento dramático, este sí antiguo y omnipresente, el de la conflictividad que subyace en la relación paternofilial.

«Porque el abismo entre padres e hijos no sólo puede ser ideológico, sino que es mucho más complejo», comenta Julio Manrique, celebrado director pero, en este caso, actor y, sobre escena, el progenitor. La història real es, sobre todo, diálogos, donde predominan el humor, seco y áspero, y el drama que esquiva cualquier resbalón sentimentaloide. Los careos con el hijo y la editora (que cierran la obra) son una lección de escritura dramática.

No es frecuente encontrar a un autor con las mismas cualidades como director: tiene ritmo, tiene clímax, y no se va por las ramas. Sabe esquivar los tópicos, sus frases resultan creíbles, y también temibles. Un texto con una bella despedida: en la penúltima escena suena Father and Son, de Cat Stevens, en la versión de Johnny Cash. Una canción que une a padre e hijo en su soledad.