Después de revolucionar el género de la ficción televisiva con productos que abarcan desde ‘Las chicas del cable’ a ‘Fariña’, la productora Bambú, al frente de la que se encuentra Ramón Campos, decidió que era el momento de ampliar su espectro de acción y, en plena fiebre por las plataformas digitales, apostar por el cine. Así, comenzaron a desarrollar una película que escarbara en los miedos más primarios a través del terror sobrenatural, pero desde una perspectiva muy cotidiana, esencialmente arraigada al imaginario español y que tuviera una base real.

Así nació ‘Malasaña 32’, una película ambientada en el Madrid de 1976 y protagonizada por una familia que se traslada del pueblo a la ciudad en busca de un futuro mejor y con la cabeza llena de sueños y libertad.

El proyecto, que cuenta con la producción de WarnerBros. España y de Atresmedia y se estrenará en enero, fue depositado en manos de un nuevo talento como es el catalán Albert Pintó, que acababa de sorprender con la comedia negra ‘Matar a Dios’ (codirigida junto a Caye Casas) y que tuvo una total libertad para llevarse el guion a su terreno e impregnarlo de su personalidad.

“Me interesaba mucho explorar el elemento humano y también utilizar elementos representativos de la época como los patios interiores, los voceros, los juguetes infantiles como peonzas o canicas para convertirlos en elementos generadores de horror”, cuenta el cineasta.

El director ha apostado por un reparto “que no estuviera formado por las caras de siempre”. En él encontramos a Begoña Vargas, Iván Marcos, Bea Segura o Sergio Castellanos. “Y Javier Botet, que por primera vez no hace de monstruo”, bromea Pintó.

“He intentado hacer una película donde el terror proceda de la pausa, del suspense. Soy fan de esas películas en las que el terror te cala los huesos, no te deja respirar. Además, quería que el miedo fuera diurno. Cuando hay luz piensas que estás seguro en tu casa, mientras tiendes la ropa, por ejemplo, y no siempre es así”. La película se ha rodado en el barrio de Malasaña (antiguo barrio Maravillas), pero que nadie busque el número 32, porque no existe.