El campo Charro siempre fue para las grandes figuras del toreo un cuartel general donde pasar los inviernos y preparar a conciencia las temporadas. Allí, cuando todavía el frío sigue cortando la cara, lejos de su Mediterráneo del alma, ultima su puesta a punto José María Manzanares. Le encontramos en El Cabaco, la finca que sus apoderados -la familia Matilla- posee en Zarzosillo de Arriba. Está rodeado de toda su cuadrilla, su familia taurina. Se alimenta de la paz del campo, para ganar la guerra en la plaza. Riguroso el entrenamiento. Su impecable estado físico denota que hay especial atención y cuidado. Toreo de salón, paseos, meditación… la vida de una figura del toreo. Vuelve a Castellón, una plaza a la que enamoró ya desde novillero. Son muchos sus fieles en esta tierra, embelesados por la elegancia y majestuosidad de su toreo. La histórica faena al toro Dalia en Las Ventas el año pasado, nos hace pensar que estamos ante el mejor Manzanares de siempre. Es hora de disfrutarlo… Es el momento Manzanares.

-Un año más está en Castellón, tierra donde se le quiere, admira y tiene grandes seguidores. ¿Qué supone esta plaza para usted?

- Castellón es una plaza muy especial para mí. Siempre lo ha sido, desde la primera vez que pude torear aquí. Recuerdo con mucho cariño aquella tarde de novillero. Después he disfrutado de esta plaza en muchas ocasiones. He tenido la inmensa fortuna de triunfar varias veces. Además, que sea una feria que se celebra al inicio de la temporada la convierte aún en más importante y especial para los toreros.

- Una plaza donde guarda grandes momentos... tardes de triunfos importantes que aún quedan en la retina de los aficionados como la de 2011, y también de momentos muy emotivos como aquella reaparición vestido de riguroso negro, recogiendo la ovación de un público volcado con usted, con lágrimas en los ojos.

- He sentido el cariño de esta plaza en muchas ocasiones. La primera vez que vine fue en 2002. Y el recuerdo es precioso, corté dos orejas a novillos de Manolo González. Después, en 2011 le corté dos orejas a un toro de Jandilla, en 2014 también salí por la puerta grande, he disfrutado muchas veces aquí. Me motiva especialmente venir a esta feria.

- Este año con Morante de la Puebla y Sebastián Castella de compañeros, un cartel que ha despertado máxima expectación entre los aficionados.

- Ellos tienen dos conceptos muy diferentes. Son dos compañeros a los que admiro y aprecio. Disfruto viéndoles torear y hay mucho respeto entre nosotros. Siempre hay rivalidad porque todos queremos mostrar nuestro concepto y que el público se emocione, pero es una rivalidad sana, con admiración siempre hacia el compañero en cada tarde.

- Y con la corrida de Núñez del Cuvillo, sin duda una divisa muy vinculada a su carrera y que ha sido pareja de baile durante tantas tardes de éxito. Creo que es la combinación perfecta.

- En nuestra memoria siempre estará Arrojado. He tenido la suerte de torear muy buenos toros de esta ganadería. Pero no solo yo, los resultados avalan a Núñez del Cuvillo. Hacen un gran trabajo y eso se manifiesta en que le embisten un número alto de toros. Ojalá tengamos suerte el día 24.

-¿Qué opinión le merece la feria de Castellón para la Magdalena de este año? Se ha calificado como la mejor de la década.

- La aceptación del público está siendo buena, considero que es una feria muy completa, para todos los gustos, y existen muchas probabilidades de que el público disfrute y se emocione. Creo que esa calificación de la mejor de la década, es muy acertada, aunque seguro que será mucho mejor cuando termine la misma.

-El año pasado se vio a un Manzanares ya distinto y la faena al toro Dalia en San Isidro en Madrid así lo corrobora. La majestuosidad, la elegancia, la verticalidad y naturalidad, volvían a cotizarse en su tauromaquia. ¿Cuál es ahora su motivación de cara a la temporada 2017?

- Mi motivación es seguir mejorando. Soy una persona muy perfeccionista, siempre veo cosas que corregir. Mi objetivo es profundizar en mi toreo, en el concepto que me inculcaron mi padre y mi abuelo. Busco un concepto más asentado en los talones, metido de riñones, jugando más la cintura y el pecho. Que sea un toreo más vertical y natural, no tan forzado. Sigo siendo muy perfeccionista en mi entrenamiento, pero en la plaza esa perfección ya la he dejado al margen porque me restaba mucha libertad para expresarme.

-¿Nos vamos a encontrar a un Manzanares distinto?

- La evolución de un torero es un proceso que realmente va despacio. El año pasado pude disfrutar mucho en la plaza, el público se emocionaba, pero yo ya venía encontrándome muy bien desde hacía mucho tiempo. En un arte tan profundo como este la evolución es bastante lenta, eso también lo hace más maravilloso.

-¿Cuáles son las preocupaciones que ahora mismo tiene en su toreo, hacia dónde va encaminada su evolución actualmente?

- Mi evolución es natural. Camino hacia todo aquello que me inculcaron desde que era pequeño. Mi abuelo tenía un concepto de pureza impecable y mi padre ha sido para mí el mejor torero de la historia. Profundizo en todo lo que me enseñaron. Naturalidad, calidad, profundidad… son muy importantes para mí.

-Un torero artista y espiritual como usted, ¿es muy importante su estado de ánimo?

- Es fundamental. Los toreros tenemos muchos altibajos. Todo lo que sentimos lo transmitimos en la plaza. Si estás triste transmites tristeza, pero si eres feliz transmites alegría, felicidad máxima. En mi caso, el estado de ánimo es clave. Creo que la personalidad de cada artista lo es y se aprecia en la obra que crea.

- ¿Cómo son estos días previos al comienzo de las grandes ferias como Valencia o Castellón?

- Me preparo física y mentalmente en el campo. Mis entrenamientos son prácticamente idénticos a los que hacía mi padre. Paso la mayor parte del invierno en la finca con mi cuadrilla. No solo se trata de entrenar físicamente, tentar o torear de salón, también de mentalizarse y no tener ningún tipo de distracción.

- Olivenza, Valencia, Castellón, Sevilla, Madrid... Se le espera una temporada bonita y repleta de compromisos notables.

-El planteamiento es muy bonito. Haré una temporada similar a las anteriores, quiero estar en todas las ferias importantes y seguir evolucionando en mi toreo. Me motiva mucho este inicio de temporada, ya en Olivenza me sentí muy bien. Ojalá podamos disfrutar todos de este 2017.

- ¿Se siente figura del toreo?

- Me siento torero e intento torear siempre siendo fiel a mi concepto, con naturalidad y personalidad. Me siento muy querido por la afición e intento devolverle al público todo ese cariño. Mi mejor premio es la emoción de todo aquel que viene a verme.

- Imagino que orgulloso de seguir llevando su apodo con los honores que merece.

-Estoy muy orgulloso de ser hijo y nieto de quien soy. Me siento realmente afortunado, no solo de llevar este “apellido”, sino también de haber aprendido y seguir aprendiendo de ellos. Porque sigo aprendiendo. Cuando tengo dudas siempre pienso en qué harían o cómo pensarían ellos.

Así de sincero, elegante y cercano es Manzanares. Grande en la plaza y fuera de ella. Un gentleman del toreo. Un joven de hoy, con el toreo de siempre.