Esta era una edición de los Oscar para romper moldes, pero a la hora de la verdad, la Academia de Hollywood optó por no arriesgar. Ni una película de Netflix, además en lengua no inglesa, ni una de superhéroes ni una de Spike Lee: Green Book, una película amable sobre el racismo del pasado dirigida por Peter Farrelly, se llevó el Oscar a mejor película. La cinta ha sido bien recibida por el público pero ha desatado varias polémicas, incluyendo las críticas de la familia del músico negro en cuya historia se inspira, Don Shirley, por contar la historia desde la perspectiva de su racista chófer blanco. Y la decisión va a dar mucho que hablar.

En los mentideros de Hollywood ya se especulaba con que el eco de hace tres décadas podía resonar en el Dolby Theater y lo hizo. Entonces ganó Paseando a Miss Daisy mientras Haz lo que debas, de Spike Lee, ni siquiera competía. Y aunque el cineasta de Brooklyn ganó el domingo por fin a los 61 años y tras 21 largometrajes de ficción su primer Oscar, por el guion adaptado de Infiltrado en el KKKlan, la Academia ha dejado con el premio gordo para Green Book, que obtuvo otras dos estatuillas por guion original y por el trabajo de reparto de Mahershala Ali como Shirley, el regusto de seguir anclada en viejas formas.

Alfonso Cuarón volvió alzar como ya hizo con Gravity el Oscar al mejor director por Roma, el de película de habla no inglesa y, en un hito que ningún otro realizador había logrado antes, el de mejor fotografía. Sumada a las victorias de los últimos años de Guillermo del Toro y Alejandro Gonzálex Iñárritu, ratifican el espacio que se han ganado los tres amigos en Hollywood. Pero la Academia demostró no estar dispuesta a llevar a lo más alto a una película de Netflix, la plataforma de streaming que más ha sacudido al aparato de la industria.

La 91 edición de los Oscar dejó algunas sorpresas. La mayúscula, aunque lejos de polémica, ha sido el premio a mejor actriz para Olivia Colman por La favorita. Y sorprendió no porque nadie pueda poner el más mínimo pero al brillante trabajo de la británica en la película de Yorgos Lanthimos, sino porque ha dejado sin estatuilla a Glenn Close, la protagonista de La buena esposa con la que muchos daban por seguro que la Academia rendiría cuentas en su séptima nominación.

Esperado era el triunfo de Rami Malek como mejor actor por su encarnación de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, la película que las audiencias han adorado y la crítica aborrecido y que salió de estos Oscar como triunfadora numérica, con cuatro estatuillas (montaje, montaje de sonido y mezcla de sonido además de la de Malek). Y el Oscar cantado de la noche, el de mejor canción para Shallow, de Ha nacido una estrella, sonó también.

ACENTO ESPAÑOL // La interpretación en vivo que hizo de la canción Lady Gaga con Bradley Cooper fue lo mejor de una gala extraña por la ausencia de maestro de ceremonias, donde las emociones quedaron en las sopresas, algunos discursos de ganadores y algunos también de presentadores, como Javier Bardem, que habló en español, o el chef José Andrés, aplaudidísimo al presentar Roma como una película que «da voz a los sin voz» y «nos recuerda de la compresión y compasión que todos debemos a la gente invisible en nuestras vidas que hacen avanzar a la humanidad».