La nueva canción de Pablo López, Mariposa, iba a ser el pistoletazo de salida del previsible despliegue industrial: nuevo álbum, Unikornio, gira de grandes recintos... Planes ahora mismo congelados, desplazados a otoño, si bien el autor de El patio busca el modo de adaptarse a las circunstancias, incluso a los conciertos en salas muy pequeñas.

Su gira iba a empezar en Barcelona: el 24 de abril en el Palau Sant Jordi. Concierto aplazado por ahora al 28 de noviembre.

Tenía un deadline hermoso, complicado, que me quitaba el sueño. Con la suerte de que empezaba donde empieza todo en mi vida, ya sea casualidad o no, que es Barcelona. Tenía prisa por poder lanzar el álbum antes del concierto: un mes, unos días, o incluso el mismo día. Pero lo que ha ocurrido nos da la oportunidad de la serenidad, que en el mundo en el que vivimos va muy cara.

¿Llegó a terminar el disco?

Sí, y no he escrito nada nuevo desde entonces porque estos tiempos no me han dado ningún aire de inspiración para hacer canciones. No me he obligado, por tener ese tiempo de silencio, a sentarme al piano. Ni le he metido mano al álbum, el primero después de la trilogía, aunque piensas que cerrar un disco y que sea escuchado siete meses después de lo previsto es como vestirse demasiado rápido para ir a una cena.

¿Cómo puedo descansar, si mi cuerpo es todo alas?, se pregunta en Mariposa. ¿Qué simboliza ese bello y poético insecto?

Me da mucho miedo atentar contra la libertad del oído de quien escucha una canción, porque cada uno debe ser libre de pensamiento, pero para mí la mariposa representa el miedo a la autoexigencia de la perfección. Es algo que viví en cierto momento. Precisamente, cuando actué por primera vez en el Palau Sant Jordi comencé a tener la sensación de que yo no podía equivocarme: no podía ni pisar un charco, ni prácticamente ir al baño. La mariposa me hace pensar en la simetría, en la perfección del color, con la peculiaridad dramática de que dura muy poco. Y al final el mensaje es que la belleza no está ligada a la supuesta perfección.

La canción ve la luz en un mundo algo distinto al que la envolvió cuando fue concebida. ¿Cómo cree que encaja en él?

Es una canción que no tiene nada que ver con el momento, porque desde hace siete años lo que hago es dejarme llevar por la sensación sin pensar en más, ya sea agosto o diciembre. Y tengo la suerte de poder hablar y que haya alguien ahí que me escuche.

Dice que el nuevo álbum deja atrás su trilogía. ¿Qué etapa abrirá ese nuevo disco?

Me he dado cuenta de que esos tres discos, con 38 canciones, sin haberlo pretendido seguían una evolución. Quizá en mi subconsciente era algo buscado. Y sí, tengo la sensación de que ahora hay un punto y aparte. Suerte que tengo ese disco duro, ese Instagram que no es de fotos, sino de canciones, y de ahí sale una nueva carpeta. Pero, la verdad, y espero no decepcionar, soy incapaz de definir ese nuevo disco. Pienso mucho en su heterogeneidad y si dijera a qué suena caería en un error. No sería honesto. El adjetivo y el apellido los pone el tiempo.

Sus giras apuntan a escenarios de gran formato, que no sabemos cuándo volverán a estar activos. ¿Se ve adaptándose, por exigencias administrativas y sanitarias, a espacios pequeños, incluso muy pequeños?

Pues debo decir que antes de que se anunciaran esas medidas de la desescalada era eso exactamente lo que ya estábamos pensando, y creo que lo vamos a hacer. Básicamente, por la necesidad de tocar, y volviendo así a unos espacios que echo de menos: los pequeños aforos, donde uno no necesita más que un piano y poco más. La incertidumbre es grande y nadie tiene ni idea de lo que está pasando, y por eso si dijera que yo en septiembre voy a estar actuando en espacios pequeños, estaría anunciando algo que desconozco. Pero es la idea, y si vale para algo, ya me hace feliz.

Las fases 1 y 2 contemplan espectáculos en locales cerrados con máximos de 30 y 50 asistentes. Quizá un aforo tan escaso queda demasiado lejos de sus parámetros.

No te creas... Sí, sí, poder tocar muchos días en un sitio... No sé, son conjeturas, pero imagínate que vas a tocar a un cine, o a un sitio así, cinco días, como si fuera una película. Y de esta manera mantienes tu piel cerca de las personas. Eso es un poco lo que uno sueña, que puede parecer poco ambicioso, pero, la verdad, lo que yo quiero es tocar muchísimo.

En el sector musical se pide al gobierno más detalles sobre los términos de la desescalada en los espectáculos. ¿Le dirigiría algún mensaje?

Sin ánimo de dar un paso al lado, no soy capaz de mandar ningún mensaje al gobierno. Sí que es verdad que todo esto es angustioso. Nosotros éramos 32 personas de gira. Hay un abismo y es claustrofóbico. No entendería otro escenario en el que no se trabajara por algo tan necesario como es la cultura, y doy por supuesto que están dedicándose a ello. Por ahora, tienen el beneficio de la duda.