Juan José Padilla dice adiós a los ruedos. Se va porque quiere, no lo retira un toro. Después de 25 años de alternativa, ha decidido poner punto y final a una carrera plena de valores como el esfuerzo, el sacrificio, la lucha, la constancia y la honradez. Esta vez ha imperado la coherencia, él que fue siempre hombre de impulsos, de hacerle más caso al corazón que a la cabeza. Tantas tardes al borde del hule, aquella corrida de Zaragoza del año 2011 apuntaba a ser el último capítulo de su historia y, sin embargo, ahí comenzó a escribirse un nuevo capítulo de superación de un pirata que fue conquistando el corazón de todos, derrumbando barreras y ganando las batallas a la adversidad. Ahora, es él quien quiere escribir este epílogo. Padilla ha ganado la partida a la vida.

«Me voy con la ilusión de haber conseguido más de lo que siempre había pensado», asegura un emocionado Padilla, que expone los motivos de su adiós a los ruedos esta temporada. «Cuando pasó lo de Zaragoza, podía haberme dedicado a otra cosa, o torear unas pocas corridas, pero por el contrario he hecho más de 500 paseíllos después. Parecía que todo acababa y, sin embargo, resurgió un nuevo Padilla. No puedo pedir más a Dios de lo que me ha dado. Estoy reconocido y sumamente recompensado en cariño. Cumplo 25 años de alternativa y creo que ha llegado el momento. Aunque me encuentro muy bien, y físicamente en un nivel alto, hay que saber decir adiós en el instante preciso, y reconociendo que he conseguido cosas muy importantes en el toreo», indica.

TIERRA TALISMÁN / El Ciclón de Jerez va a protagonizar una temporada de despedida. «Me motiva la ilusión de hacerlo con buen ambiente por esas plazas en las que siempre he recibido tanto cariño», dice. Una de ellas, Castellón, el 8 de marzo, tan especial para el jerezano. «Esa plaza significa mucho para mí, siempre ha sido una feria que ha empujado mi carrera y estoy como loco por pisar ese ruedo. Recuerdo muchas tardes en Castellón. Un año me llevé el trofeo Porcelanosa por cuajar un toro de Victorino al que le tenía cortadas las orejas, pero lo pinché un par de veces; esa feria fui el triunfador. Recuerdo también el año 2000, una faena a un toro de Miura. Desde principios de mi carrera he tenido un feeling especial con esa tierra, de mi época de novillero, de aquellos festivales en Benassal, en Benicàssim, en Vinaròs estos últimos años la plaza se ha llenado… y además tengo buenos amigos», subraya.

Aún resulta emocionante recordar la ovación con la que le recibieron el año pasado, al torear con las heridas aún abiertas que le propinó un toro días antes en la Feria de Fallas de València.

El año del adiós tendrá una última parada obligatoria: Zaragoza. No podía ser de otra manera. «Esa es la idea. Me gustaría. Todos los años he cerrado mi temporada en Zaragoza y, cómo no, este de mi despedida me encantaría que fuese allí. Sería bonito tener cerca a los médicos que me atendieron, al equipo del doctor Val Carreres, mis amigos y mi familia que tanto me ha apoyado. Hay que hacer una despedida como nos merecemos», concluye.