Varea estrenó temporada ayer en Madrid, en el multiusos Palacio Vistalegre, en una novillada con Ginés Marín y Álvaro Lorenzo a su lado, dos jóvenes que al igual que el de Almassora, tomarán la alternativa dentro de unos meses. Y lo hizo con buen sabor de boca, dejando sensaciones muy positivas de cara a su próximo compromiso en Castellón. Si no llegó el triunfo fue por los novillos de Daniel Ruiz, cuya virtud fue su embelesada embestida pero cuyo mayor defecto fue su falta de emoción y transmisión.

Hubo toreo del bueno con el sello de la calidad y distinción, por parte del de Almassora. Sobre todo en el toreo a la verónica a su primero, que fue de lo más destacado. Su manera de abrir el capote, el compás, el ritmo... todo con enjundia, desató olés rotundos. Hasta el comienzo de faena tuvo categoría, en el toreo por alto y por abajo acompañado y de cintura rota. La faena tuvo pasajes armoniosos, con pases de pecho marca de la casa y remates con su firma personal y distinguida. Pero al toro le faltó motor. Y al torero acertar con los malditos aceros, que continúan siendo su asignatura pendiente.

Nunca se aburrió con su segundo. Sacó agua de un pozo seco a base de mucho tesón y aunque hubo detalles y matices que adivinan la calidad de su concepto, el público se mostró poco receptivo por el escaso fuelle del de Daniel Ruiz. Al final, fue silenciado en su lote. La única oreja de la tarde la cortó Ginés Marín, mientras que Lorenzo fue ovacionado. H