Controvertido, polémico y transgresor, el cantante catalán Albert Pla pisará el escenario del Teatro Principal de Castellón el próximo 27 de abril, dentro de la programación del Institut Valencià de Cultura (IVC) en la capital de la Plana para el segundo trimestre del año 2019.

Con una producción del Complejo Teatral de Buenos Aires, Pla propone en esta ocasión un viaje íntimo y muy personal, desde la infancia hasta más allá de la sepultura, por las sensaciones, las emociones y los sentimientos que produce ese fantasma que vive alimentado por los pensamientos de los hombres, el miedo.

Y ese es el título del espectáculo, Miedo, en el que, con la dirección de Pepe Miravete, y participación de Raül Refree, Mondongo y Nueveojos, apelan a disfrutar de la vida. El cantante advierte de «no dejar de cantar». «Si dejas de cantar, te morirás», dice. En el escenario hacen un repaso irónico de los miedos de siempre, los temores habituales, el miedo a uno mismo, los fantasmas que asedian, el terror a la muerte.

Una producción en la que una tras otra van desgranando las canciones como una manera de espantar o enfrentar los propios miedos. Y finalmente, la catarsis de la risa, la liberación. «Desde que sé que estoy muerto, ya nunca me pongo enfermo», puntualiza el osado cantante.

Teatro musical, concierto o recital teatralizado. En este nuevo proyecto, Pla abunda en la utilización de música y canciones, textos teatrales y tecnologías vanguardistas para crear un espectáculo de poética sorprendente.

EN BENICÀSSIM // Han tenido que pasar 10 años para que el provocador y provocativo cantante vuelva a tierras castellonenses. Su última actuación en la provincia se remonta al 2009. En el Teatre Municipal de Benicàssim presentó La diferència, en el que demostró ser multimedia: cantó las canciones de su disco, controló el sonido y apagó y encendió los focos del escenario, en un paraguas de luces unidimensionales para vestir historias trágicas y delirantes, cotidianas y sorprendentes, delicadas y brutales, crudas y surrealistas. El verdugo también era la víctima. Esa estrecha línea que separa el bien del mal.