Noche potente. Visceral y versátil, reflexiva y rebelde. Todas las disciplinas del arte en un mismo contenedor, la ciudad de Castellón. Calles y plazas atrapadas por la imaginación, la fantasía, los sueños, la música, la poesía, la danza, la pintura, la escultura, el teatro, el cine... en la Nit de l’Art. Tierra y ambición.

Y es que en un recorrido a vuela pluma por los distritos castellonenses, la capital de la Plana fidelizó su pasión por las propuestas de los artistas, veteranos y noveles, jóvenes y maestros, de todas las edades, autodidactas y formados. Impactante la oferta de La Bohemia, con pinturas en directo y performances de Juan Antonio Álvarez, Juan Carlos Palomo, Juan Poré, Laura Avinent, María Griñó, María Ordóñez, Mónica González, Noemí Barberá, Pilar Diago y Zayda Jiménez.

En la calle San Vicente, Argot sorprendió con la Mostra d’Art Urbà, pintura y grafiti sobre mobiliario urbano. Cerca, en Conde Noroña, artistas noveles tapizaron la calle con sus obras, mientras la sala de arte Luis Edo recordaba al academicista Mingol.

Más performances en la antigua iglesia de San Miguel con Ángela García y Lucía Peiró. En Art Dam se inauguró la exposición de Ana María Llestín.

En el Centre Cultural les Aules brillaron con luz propia las fotografías de Ouka Leele y una instalación de Maribel Doménech bajo el título de Si todo fuera perfecto. Pascual Cándido ofreció su Art a la carta en el Casino Antiguo.

Y el Arte sonámbulo llegó al Passadís de les Arts con una reinterpretación estética del parque Ribalta. Mientras, la plaza Santa Clara era escenario de Arte en danza con todos los ritmos y pasos, con todas las formas posibles de baile y expresión corporal.

El teatro tuvo su hueco especial con la representación de La vida merece la pena, a cargo de la Escola Municipal de Teatre. H