El Prado cierra orgulloso el año de su bicentenario. Los numerosos eventos organizados por la pinacoteca para celebrar este señalado cumpleaños se han visto refrendados por un incremento de público, que a falta de contabilizar las asistencias navideñas, volverá a superar los tres millones de visitantes, cifra que solo logró rebasar en el 2016. Aquel año, el acicate fue la exposición temporal de El Bosco. En esta ocasión, el 200 aniversario de su inauguración ha sido el estímulo que ha permitido al museo vender más entradas que nunca.

La cifra de visitantes es uno de los baremos que usan las instituciones museísticas para medir su excelencia, pero no es la única. Por supuesto, cuanto más público acude al Prado, mejor, pero el objetivo de la cantidad no puede hacernos perder de vista la cuestión de la calidad de esas visitas, advierte Marina Chinchilla, directora adjunta de Administración del museo, a cuento de una de las mayores preocupaciones de los gestores de esta institución: que el público salga satisfecho de la experiencia de recorrer sus salones.

Próxima ampliación

El dilema cantidad de público contra calidad de la visita es irresoluble en una pinacoteca con las particularidades del Prado. Desde la exposición de Sorolla del 2009, en las muestras temporales controlamos el aforo y el público va entrando en grupos cada 15 minutos, pero en la colección permanente, por definición, no se pueden imponer esas limitaciones, ya que la visita es abierta y cada usuario diseña su propio recorrido, explica Chinchilla.

Ese carácter abierto es el que permite que cualquier viajero con un par de horas libres antes de coger un AVE en la cercana estación de Atocha pueda aprovechar para darse un paseo por el Prado sin necesidad de cerrar una visita con antelación. Para evitar ver Las Meninas o Los Fusilamientos entre una nube de cabezas, la gestora aconseja seguir las recomendaciones de la web del museo, donde informan de los horarios valle en los que suele haber menos público.

En el horizonte, la mejora de la gestión del Prado viene de la mano de su próxima ampliación. Si finalmente hay Gobierno, y a continuación nuevos Presupuestos, a lo largo de 2020 podrían empezar las obras de rehabilitación del Salón de Reinos, situado en el antiguo Museo del Ejército, a pocos metros del Prado, que albergará la nueva sede de la pinacoteca. La ejecución de las obras está previsto que dure 30 meses. Si no hay contratiempos y se cumplen los plazos, en el 2023 el Prado podría haber dado un nuevo estirón.