Dani tenía los vuelos pillados para ir a ver a Motörhead en Múnich el 1 de noviembre del año pasado con su mejor amigo. Finalmente, por circunstancias que no vienen al caso, tuvieron que suspender la expedición. "Bueno, vienen a Barcelona en febrero, a ver si Lemmy aguanta", reflexionaron, conscientes del delicado estado de salud del cantante. Pero el corazón del gran patriarca del rock se paró a los 70 años el 28 de diciembre del 2015, en la broma más pesada del destino para su legión de fans. En año 1 D.L. (después de la muerte de Lemmy) medio millar de fans se reunieron este miércoles para homenajearle en una multitudinaria procesión por el Poblenou.

En un mundo del rock más dado a las disputas entre familias que el cristianismo (las discusiones bizantinas sobre la Trinidad o la naturaleza del Padre y del Hijo parecen cosa de niños al lado de algunos debates entre heavies y punks), el creador de Orgasmatron era la figura de consenso que acallaba todo debate. Su rock duro, rápido y a todo trapo, sin concesiones a las modas, inspiró a generaciones. Los miembros de Metallica, Megadeth o Guns and Roses hablaban de él con el mismo fervor religioso que los fans que acudieron a la procesión organizada con el lema Lemmysyou (juego de palabras en inglés que significa ‘Lemmy, te echamos de menos’).

Sergio Pozo, su organizador, decidió hacer algo especial para conmemorar el primer aniversario del Mesías del rock. Lo que no imaginaba era el éxito que tuvo su convocatoria, que muchos esperaban con casi la misma ilusión que de niños anhelaban la cabalgata de Reyes. La cofradía del Lemmy del gran poder empezó su procesión en el Rocksound, en la calle de Almogàvers del Poblenou, a las siete de la tarde. Sergio fue uno de los cuatro costaleros que cargaron a hombros una réplica a tamaño real del carismático bajista hasta la sala Bóveda, el antiguo Mephisto. Una marea negra que crecía a cada paso tomó las calles de Poblenou en la que hasta había hasta una fan ataviada con capirote de nazarena. Gritos de "Lemmy no está muerto, está de parranda", "Lemmy is Jesus" y adaptaciones de villancicos como "el 28 de desembre, Motörhead" acompañaron la romería que dejaba a boquiabiertos a los viandantes. Una banda de moteros quisieron escoltar con sus Harley-Davidsona la comitiva en el último tramo antes de llegar a la sala Bóveda, que se quedó pequeña para acoger el concierto de homenaje de Motörhits. Esta banda de versiones rindió un dignísimo tributo a Motörhead, con un repaso a las cuatro décadas de carrera de un personaje irrepetible, en el que no faltaron himnos con Iron fist, Overkill y Ace of Spades.

Fue una pequeña catarsis colectiva para los que no pudieron despedirse de él en Barcelona. Como Dani o como Manuel, que tiene la entrada enmarcada del que tenía que ser el 15º concierto en directo que veía de su ídolo. Devotos que en Nochebuena toman un chupito de Jack Daniels en honor del día del nacimiento de su Mesías, que se alimentó a base de alcohol, tabaco, tragaperras, sexo y speed hasta casi el último día. Encarnación del espíritu del rock, su credo se resumía en una de sus versos más coreados ayer, hoy y siempre: "You know I'm born to lose, and gambling's for fools, but that's the way I like it baby, I don't wanna live forever (Sabes que he nacido perder y que apostar es de tontos, pero así es la manera que me gusta, nena, no quiero vivir para siempre)".