Hace dos décadas era casi imposible acercarse a un quiosco sin que Renée Zellweger le mirara a uno desde la portada de alguna revista; por su prolífica carrera cinematográfica y su ajetreada agenda privada, vivía casi completamente bajo los focos. Y llegó a sentir tanta presión por ello que decidió alejarse. Pero, como no hay cosas que gusten más en Hollywood que una historia de renacimiento, faltan solo unos días la gala de entrega de los Oscar tendrá lugar el próximo 9 de febrero para que la actriz consume el suyo gracias a su interpretación de Judy Garland en el 'biopic' que hoy llega a los cines. Llamémoslo 'renéecimiento'.

Dirigida por Rupert Goold, 'Judy' se centra en una serie de conciertos que la actriz y cantante dio en Londres desde finales de 1968, solo un año antes de su muerte e irreparablemente dañada por una vida marcada por la adicción, el abuso y la depresión. Asimismo, la película incluye escenas retrospectivas que recuerdan los años de adolescencia de la estrella y la muestran sometida a un control tiránico por parte del productor todopoderoso Louis B. Mayer que la humillaba, la sometía a dietas alimentarias insoportables y la hizo adicta a un cóctel de pastillas estimulantes y tranquilizantes que le dejó secuelas de por vida. La mujer en el centro de 'Judy', pues, es producto de una cultura tóxica no exactamente igual a la que el caso Weinstein dejó al descubierto pero sí íntimamente conectada con ella. Al mismo tiempo, su trayectoria invita a establecer suficientes puntos de contacto y tantos de contraste con la de la actriz que la interpreta como para asumir que esta última pasó 25 años preparándose para el papel.

CARNE DE CHISME

A decir verdad, Zellweger empezó oficialmente a regresar al cine hace tres años, tras poner fin a un paréntesis de seis, para meterse por tercera vez en la piel del que hasta la fecha era su personaje más icónico en 'Bridget Jones Baby' (2016). Pareció que el tiempo no hubiera pasado, pero el caso es que sí lo había hecho. Y tanto su ausencia como lo que en su día condujo a ella sirven para explicar algo de la que también la carrera de Garland es paradigmática: la facilidad de Hollywood para fabricar ídolos y luego desecharlos.

Durante un tiempo, desde su ascenso al estrellato junto a Tom Cruise en 'Jerry Maguire' (1996), Zellweger parecía imparable, especialmente cuando obtuvo tres nominaciones al Oscar por 'El diario de Bridget Jones' (2001), 'Chicago' (2002) y 'Cold Mountain' (2003), y finalmente se hizo con la estatuilla gracias a la tercera de esas películas todas ellas, recordemos, eran producciones de Harvey Weinstein. Por aquel entonces se convirtió en favorita para las alfombras rojas y para los editores de moda; también en obsesión para la prensa del corazón, que siguió con atención sus sucesivas relaciones sentimentales con Jim Carrey; con el líder de The White Stripes, Jack White; con Bradley Cooper, sus actividades nocturnas y el perímetro de su cintura. A medida que su presencia en los tabloides crecía, sin embargo, los buenos papeles empezaron a escasear. En el 2009 protagonizó tres películas genuinamente terribles, 'Ejecutiva en apuros', 'Mejor sola que mal acompañada' y 'Expediente 39'. En el 2010 decidió desaparecer.

Aprovechó el parón para viajar y construirse una casa; volvió a la escuela para estudiar relaciones políticas; hizo terapia. Apenas se dejó ver en público. En el 2014, tras aparecer en una ceremonia de premios, se convirtió en objeto de crueles comentarios por lo que internet asumió que era una operación de cirugía plástica que le había alterado el rostro por completo. El público había dejado de tomarla en serio, e inicialmente su regreso a la pantalla no pareció revertir esa opinión, mucho menos después de que en el 2017 corriera como pólvora la noticia de que en su día había accedido a prestar favores sexuales a Weinstein a cambio de un empujón profesional. ¿Qué hizo ella al respecto, además de negarlo? Rodó 'Judy', la película gracias a la que a buen seguro obtendrá su segundo Oscar y que antes de eso ya le ha servido para dejar claro, a los demás y a sí misma, que ha vuelto para quedarse.