Una torre de Babel. Más de 61nacionalidades conviven en el Rototom, según la organización, y, con ellas, idiomas y culturas de todo el mundo conviven fuera y dentro del recinto de festivales, en la cita más multicultural del verano benicense. Todas, no obstante, coinciden en una cosa: en que la música reggae les une como lenguaje universal, bajo las leyes del paz y amor que conjuró el rey Bob Marley y su cultura jamaicana.

Ejemplos hay muchos. Casi 8.000 kilómetros separan la casa de un grupo de amigos de Escocia del Rototom, su hogar durante esta semana. Explican que se han puesto todos de acuerdo en las vacaciones para no perderse la cita. «Empezamos viniendo, hace dos años, tres amigos; este año somos siete», explican. Y aseguran que repetirán, «con muchas que contar» cuando vuelvan a la rutina.

Un viaje familiar ha traído a Benicàssim a dos hermanas y a su prima, francesas. «Podría ser la mejor experiencia del año», coinciden ilusionadas. Cuando el Rototom se celebraba en Italia, ya se animaron. «Y ahora, en España».

Por su parte, un grupo de argentinos vienen por el boca a boca, como una cadena de fichas de dominó. «Primero vino un amigo, que lo pasó genial, y tras mucho insistir nos convenció para que probásemos el festival», comenta una de ellas. «Sentimos que en una semana estamos viviendo en otro mundo, en muchos mundos». «Podemos convivir con muchas culturas y hablar con gente de todo el globo».

Descansando en el césped se encuentran unos londinenses. Confiesan estar «agotados de tanto andar y bailar», pero no cesan sus ganas de «vivir la música» y revelan que «ojalá, el Rototom fuera eterno». La realidad no es muy distinta de un grupo de alemanes. Admiten que necesitan su cama para recuperar energías pero «estar en el cámping es una experiencia que hay que vivir y esperamos repetir».