Dicen que Robert Louis Stevenson dijo que «leer es un trance para salir transformado». Santiago Posteguillo, flamante Premio Planeta 2018 por Yo, Julia, apela a la lectura («hay que leer siempre, lo que sea, incluso Mortadelo y Filemón») y se muestra reivindicativo al reclamar a las administraciones públicas «más inversiones para cultura». Mordaz en sus críticas, de temple inamovible y flema victoriana, como un lord británico (debe ser por su formación anglosajona), asegura que «la mayoría de los políticos son gente iletrada («publícalo, publícalo...», insiste)». Sí. Leer es un trance que transforma, pero también hablar con un príncipe de las letras del nuevo milenio, que subyuga con sus estilemas, que cautiva con una personalidad docente e intelectual de la que disfruta al máximo la Universitat Jaume I de Castellón en la que es profesor.

--¿Qué es ‘Yo, Julia’? ¿Quién es Julia, la protagonista del libro?

--Julia es la mujer de Septimio Severo. Hermosa, audaz, inteligente... Una mujer que está dispuesta a todo, ya no solamente para mantener el Imperio Romano vivo con todo su esplendor, sino para que la saga familiar siga gobernando y mandando en Roma. Yo, Julia es una historia de ambición y perversidades para la supervivencia de una dinastía.

--¿Coincidencia, casualidad calculada o premeditación con alevosía el escribir sobre un personaje femenino en tiempos de empoderamiento de las mujeres?

--De entrada es una coincidencia relativa. Sin embargo, un escritor no puede ser ajeno a la realidad social que le rodea. La lucha por la igualdad de género está presente desde hace años y cobra fuerza, sobre todo, con el movimiento Me too. En mis novelas aparecen personajes femeninos de gran relieve, ya no solamente emperatrices, sino también gladiadoras, consejeras, aventureras... Sin duda, ha habido muchas mujeres que han marcado el devenir histórico en el mundo, peros como la historia siempre ha sido contada por hombres, han quedado solapadas. Con Julia, tal vez encontré el filón que necesitaba para convertirla en protagonista de uno de mis relatos.

--¿Cuáles son las razones del auge de la novela histórica?

--Hay auge en España y en América Latina, tal vez. Pero no es un fenómeno que resulta ajeno a otros géneros como puede ser la novela negra, la de terror, romántica, erótica... Sí que es cierto que hay dos géneros que siempre tendrán lectores, el que plantea de dónde venimos, como es la novela histórica, y el que pregunta a dónde vamos, como es el de ciencia ficción. En medio, el que se interpela quiénes somos, que correspondería a novelas realistas.

--Dos mil años después no hemos aprendido de la historia y nos encontramos con un mundo de ambiciones, lucha por el poder a toda costa, venganzas, traiciones, manipulaciones... como en el Imperio Romano.

--Claro que hay cierta similitud. No olvidemos las características de la condición humana con los sentimientos exacerbados de amor, odio, pasiones, debilidades, fuerza... que pasaban en el Imperio Romano y también en el siglo XXI. No podemos escapar a lo que se encierra en el interior del hombre y en su alma.

--Uno de sus escritores favoritos es Robert Graves (‘Yo, Claudio’), de ahí lo de ‘Yo, Julia’, y también de los grandes clásicos británicos. ¿Qué tiene la literatura histórica inglesa que atrae tanto?

--Sí, me gustan los grandes escritores de novela histórica británicos. Los anglosajones son los grandes relatores de la historia, tanto para explicarla como para divulgarla. No solamente Robert Graves, que también, sino Irwing Wallace, Kenn Follet... Utilizan un lenguaje cinematográfico, directo, que es ágil... Creo que también el idioma inglés y su sintaxis ayudan a este relato de la historia que se hace bastante atractivo y sugerente para los lectores.

-Un estilo que también es el suyo, ¿no? Por eso por tienen tanto éxito sus libros.

--No hay duda de que un estilo narrativo ágil y dinámico ayuda a que los libros sean más legibles. Que atrapen al lector sin tener necesidad de entrar en el detalle y en largas descripciones.

--Usted es muy crítico con los políticos, que hacen muy poco para difundir la lectura y para apoyar la cultura en general.

--Ya no es que España ocupe uno los últimos lugares en los índices de lectura en Europa, es que no se invierte para nada en la educación, en el fomento de la lectura, en la cultura en general. En Francia el Estado subvenciona la apertura de librerías, en Alemania, la Administración te ayuda para que escribas una novela, o en Finlandia todo el mundo quiere ser maestro porque es la profesión más valorada y reconocida por los finlandeses. Pero es que además, mientras a un escritor en España siempre se le pregunta por la política, a un político nunca se le interroga sobre qué libro está leyendo, si le gusta la poesía o sí va al teatro con frecuencia. La mayoría de los políticos que tenemos son gente iletrada. Tenía que decirlo.

-La lectura es ¿entretenimiento, formación, refugio o salvación?

--Leer es lo que queramos que sea, pero hay que leer. Hay que leer constantemente. Aunque sea Mortadelo y Filemón. Un libro puede ser entretenimiento o formación, por ejemplo, y en ambos casos te ayuda a reflexionar. Por cierto, nunca agradeceremos lo suficiente a la familia Lara (propietaria de Planeta), el impacto social que supone la editorial en todo el mundo. Hablar de la familia Lara es hacerlo de literatura y de cultura en mayúsculas, y que además abre fronteras.