El pasado domingo cumplió en Vinaròs uno de los sueños que venía buscando en los últimos cinco años: vestirse de torero y triunfar. Un fin que ha marcado un comienzo, un punto y aparte en este nuevo tren que acaba de pasar por delante. A la muerte del sexto toro, con el triunfo amarrado y el suspiro sosegado del deber cumplido, se secaba el sudor de cinco años de paciencia y constancia con esa toalla que jamás quiso tirar. Un Ave Fénix. Abel Valls vuelve a ilusionar. Aún no ha dicho su última palabra.

--Enhorabuena. Debe estar contento por su triunfo de Vinaròs.

--Estoy muy contento, era un día muy importante para mí, al que acudí muy presionado porque tenía que aprovechar esa oportunidad que tanto había pedido.

--¿Tanta era la presión?

--Sí, sí, mucha. Es de las corridas en las que más responsabilidad he tenido porque era mi tierra, suponía volver a torear y sabía que no se me podía escapar la tarde. Una vez me puse el vestido de torear, toda esa tensión desapareció y entonces pude disfrutar.

--¿Qué sensaciones tuvo delante de la cara del toro después de mucho tiempo sin torear?

--Muy bien. Soy exigente y me hubiese gustado estar mejor, pero la verdad es que las sensaciones fueron muy buenas, se me vio tranquilo y entendí muy bien a los dos toros, que la verdad no fueron los más idóneos para mi toreo y tuve que poner mucho de mi parte para poder cortarles las orejas y triunfar esta tarde.

--Y ahora, ¿qué? ¿Va a servir lo de Vinaròs para que la carrera de Abel Valls tome impulso?

--Espero que sirva, mi objetivo es seguir adelante con ilusión, luchando, yendo a entrenar todos los días y mucha dosis de paciencia. No me queda otra. Ahora mismo mis sueños serían confirmar la alternativa en Las Ventas y poder torear en la próxima Feria de la Magdalena de Castellón en 2018. Tengo las ideas claras y la mente despejada. Sé lo que quiero conseguir y no se me va a ir.

--Las Ventas y Castellón son ahora mismo las plazas que pueden cambiar su sino...

--Sí, son las dos plazas fundamentales para poder abrirme paso, sobre todo Madrid, que todos sabemos que es la plaza que te lo puede dar todo. Y en cuanto a Castellón, hace muchísimos años que no piso la plaza de mi tierra y me gustaría volver a hacerlo.

--Además, hay que destacar que buena parte de la afición quiere ver a Abel Valls. En Vinaròs se demostró. ¿No es cierto?

--Fue mucha gente a verme y lo mejor de todo es que se marcharon satisfechos y con ganas de volver a verme. Ese era mi principal objetivo. Yo sabía que iría mucha gente a verme, que me estaban esperando y que tenía que devolverles todo ese cariño que me están demostrando con un triunfo claro en la plaza.

--¿Es este el mismo Abel Valls que hace unos años?

--Parece tópico, pero es la realidad. Ahora me veo más maduro, soy más consciente de la realidad, hay cierto poso en mi toreo... Pero son inconformista y hay que seguir entrenando y mejorando para llegar al nivel que creo que puedo dar. La afición aún no ha visto al Abel Valls que puedo ser. Esa es la pura realidad.

--¿En su situación siente esa sensación de que cada tren que pasa puede ser el último?

--Así es. Pero me veo capaz de subirme de nuevo al tren y lograr mis propósitos y mis ilusiones. Creo que así va a ser. Ya no quiero mirar atrás y ahora sé que cada oportunidad que tenga, la tengo que aprovechar. Hay que seguir mirando adelante y luchar por lo que uno quiere. Esa es la idea.

--Abel aún no ha dicho la última palabra en el toreo...

--Claro que no. Llevo muchos años luchando, pasándolo mal mentalmente al ver que no me hacían caso. Es muy duro. Ahora no estoy para perder el tiempo y yo no soy de medias tintas.