Artículo 502. Ayer me tropecé con un amigo que hacía tiempo no veía. Cuando tenía 13 años, él tenía 45 y coincidíamos en las quinielas. En aquellos tiempos, tenías que escribir fuerte las equis para que el calco que unía los boletos dejara bien marcado el papel.

Siempre me ayudaba a acertar el máximo de partidos posibles y a la vez me aconsejaba sobre la vida. Le perdí la pista durante casi 30 años y ayer me lo reencontré. Ya no creía en el fútbol. Me dijo que es un deporte inventado para que se diviertan los de siempre y observen los que jamás podrán participar. En lo que sí continuaba creyendo era en... Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercer puesto. Dalí, Shakespeare y Visconti (Castell de Púbol). Una exposición fascinante sobre uniones creativas que es posible ver en acción en los jardines del castillo. Increíble y a destacar ese ajedrez de pulgares propios.

Segundo lugar. El despertar del corazón de François d’Epenoux (Grijalbo). Una preciosa historia generacional sobre la inteligencia de los abuelos y la interesante relación con los nietos observada por los hijos protectores.

Primera posición. El foraster (TV-3). Me entusiasmó ese especial de Quim Masferrer en Mercabarna, esa ciudad única que no para y donde la fruta, el pescado y carne se solapan en un círculo diario sin fin.

Y volviendo al hombre de las quinielas y los calcos, me dijo que seguía creyendo en el azar y en la suerte. “La vida es azar con suerte”, me susurró.

Por ello, continuó, con losaños había decidido dejar de hacer las primitivas a las que jugaba y buscar las equivocaciones, aquellas apuestas que la gente hace por error y la lotera deja en el cristal por si alguien las quiere. Solo se lleva esas porque, como me dijo: “Solo ganan los que van contracorriente y solo pierden los que piensan en la importancia de ganar”. ¡Qué feliz estoy de reencontrarlo! H