El principal acusado en el juicio de la SGAE que se celebra en la Audiencia Nacional, su presidente entre 1998 y 2011, Eduardo Bautista, conocido como Teddy Bautista, buscó el amparo de los órganos colegiados de la entidad para negar su responsabilidad en la contratación de Microgénesis, con la que según la Fiscalía Anticorrupción tanto él como su propietario, José Luis Rodríguez Neri, saquearon la entidad que vela por los derechos de autor de los artistas, a la que pide que resarzan con 47,6 millones de euros.

Sin quitarse la mascarilla en ningún momento, cuando empezó a contestar al fiscal Anticorrupción José Miguel Alonso, Bautista daba la impresión de que ser un anciano perdido entre sus notas en papel y en una tableta con las que trataba de ayudarse. La imagen no duró mucho. La abandonó, al enmarcar la contratación de la empresa de Rodríguez Neri, para el que el fiscal pide la mayor pena (12 años y medio de prisión), en la necesidad de modernizar tecnológicamente la entidad para adaptarla a los cánones europeos.

Según 'Teddy' Bautista, para el que el fiscal pide siete años de cárcel, él consultaba a "los colegios" de la SGAE y proponía, pero la decisión era de sus órganos colegiados de gobierno. Hasta se permitió recriminar al fiscal que no hubiera llamado al juicio a todos los que aparecían en los contratos firmados desde el 98 con la empresa de Rodríguez Neri, que a partir de 2000 se situó al frente de la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE). Una y otra vez de distintas formas repitió: "Que el coordinador sea Neri yo no lo decido, yo lo propongo".

DIGITALIZAR ZARZUELAS

Su interrogatorio fue tan trabado que el presidente del tribunal, el magistrado José Antonio Mora, tuvo que intervenir varias veces para acabar con el bucle en el que se sumían con frecuencia el fiscal y el acusado. Bautista insistió en que "la SGAE es una empresa privada, no sujeta al régimen de las entidades de derecho público", que contrata a quien cree que le hará bien el trabajo, que en este caso pasaba por digitalizar las 10.000 zarzuelas legadas por los fundadores de la entidad, algo por lo que Microgénesis, dijo, fue felicitada en los primeros años.

En el juicio se pretende dilucidar si, como sostiene la acusación, la SDAE, "desde el comienzo, fue concebida como un mero artificio, sin existencia real, sin actividad propia y sin empleados", cuya única finalidad era firmar contratos con la SGAE para, ese mismo día, firmar otro idéntico con Microgénesis, "burlando el marco estatutario y los mecanismos de control" de la entidad, de forma "cuasi monopolística". Alrededor se construyó un entramado societario para canalizar subcontrataciones y canalizar los pagos realizados por la sociedad de autores.