De cementerios y crímenes sin resolver. De historias turbulentas e inquietantes y ambientes sórdidos. Castelló Negre lució en todo su esplendor en una jornada sabatina en la que la capital de la Plana fue escenario de literatura negra y sorprendente, donde la condición humana surge en sus formas más disparatadas y odiosas, también complacientes y benévolas. Día de autos en la expresión más palpable del género policíaco, de suspense, de terror y fantástico. Todo comenzó en el camposanto castellonense.

Allí, y sobre lápidas y tumbas en un gótico escenario de miedos y distancias, Queta Ródenas habló de Crímenes de novela, haciendo un repaso de los más populares relatos de homicidios y también de otras lindezas humanas.

Y expresión literaria a lo grande. El Espai Cultural les Aules fue escenario de letras y relatos. Con Carlos Zanón, Carlos García E. Casero, Yanet Acosta, César Pérez Gellida, El Tito y Alicia Giménez-Barlett, quienes presentaron y hablaron de sus obras.

Castellón literario en la plenitud de una apuesta por un festival que se ha convertido en el segundo más importante de España, tras el de Gijón, y por delante de los de Getafe, Barcelona o Zaragoza. Y reconocimientos justos. Como el de la organización, que entregó el premio a toda una trayectoria literaria a Giménez-Barlett, con anclajes férreos en Vinaròs, recogiendo el testigo de Juan Madrid y Julián Ibáñez, galardonados en 2018 y 2017, respectivamente. También hubo lugar para disfrutar de la gastronomía.