Joker no sufre y se ríe (o se ríe y sufre) desde hace solo siete décadas, las que van desde su creación en 1940 como carismática némesis de Batman, cuando este alcanzo su autonomía, hasta su actual e impactante reencarnación cinematográfica. El primer Joker, cuya creación se disputaron Jerry Robinson y Bob Kane junto con el guonista Bill Finger, tuvo desde el minuto uno un desequilibrio mental que DC obligó a infantilizar a los pocos números para transformarlo en poco más que un gamberrete.

El Joker trágico se origina mucho más atrás, hace 150 años, cuando el escritor más popular de Francia, Victor Hugo, inspirándose en la figura romántica del payaso triste, escribe una de sus novelas menos recordadas, 'El hombre que ríe', un melodrama extremo cargado de ruido y de furia y ay! no pocas descripciones y reflexiones que en la actualidad pueden expulsar a los lectores poco amantes del barroquismo.

UN VILLANO 'AVANT LA LETTRE'

El autor de 'Los miserables' nunca lo supo pero con esta novela estaba creando un Joker 'avant la lettre' en la figura de Gwynplaine, hijo de un aristócrata caído en desgracia a quien de niño y como venganza real hacia el padre, se le practica el castigo de la 'bocca fessa', es decir, la apertura de las comisuras de los labios mediante tajos para mostrar una perpetua y grotesca sonrisa que le convertirá en un fenómeno de feria, y con ello un monstruo sonriente y miserable.

Ahí está bien construida no solo la imagen del futuro villano y su psicología, sino también la carga de rebeldía política de los oprimidos. "Represento a la humanidad tal y como la han fabricado sus amos. El hombre es un hombre mutilado. Lo que me hicieron fue también hecho a la raza humana. Han distorsionado el derecho, la justicia, la verdad, la razón, la inteligencia . En cuanto a mí, ha puesto en su corazón un pozo negro de ira y dolor, y en la cara una máscara de satisfacción", dice Hugo a través de la enorme boca de Gwynplaine con su risa involuntaria. Como la de Joaquin Phoenix, que bien podría hacer suyo ese discurso.

Faltaba un eslabón que uniera la novela de Hugo con los creadores del cómic. Y se encuentra en la adaptación muda que Paul Leni realizó en 1928, que prácticamente es una película de terror, con la inigualable ayuda del actor alemán Conrad Veidt (el Mayor Strasser en 'Casablanca'), obligado a mostrar dolor sin que desaparezca la mueca de su rostro (un prodigio interpretativo apuntalado por el maquillaje de Jack Pierce). Ese rostro fue la inspiración confesa del seminal cómic de DC, pese a lo controvertido de su paternidad.

El resto es historia, el payaso se hizo adulto, se filtró por la mente torturada de Alan Moore y abrió la puerta a la película más perturbadora del año.