Entre las novedades de literatura concentracionaria que ha generado este enero el 75 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, que se recuerda este lunes, destacana tres títulos que rescatan sólidas y lúcidas voces de mujeres. Dos de ellos rescatan los testimonios y reflexiones de dos francesas supervivientes: la francesa Charlotte Delbo, de quien se publica en un solo volumen, 'Ninguno de nosotros volverá', los dos títulos más sobrecogedores de su trilogía de Auschwitz, y 'Regreso a Birkenau', de Ginette Kolinka, que volvió al campo 55 años después del fin de la segunda guerra mundial. El tercero se trata de un ensayo, 'Las 999 mujeres de Auschwitz', donde la escritora Heather Dune Macadam rastreó a las primeras jóvenes judías que fueron deportadas desde Eslovaquia. He aquí sus historias:

LA AFILADA VOZ DE CHARLOTTE DELBO

La chimenea humea. El cielo está bajo. El humo vaga sobre el campo y pesa y nos envuelve y es el olor de la carne que arde. La literatura directa y sobria de Charlotte Delbo (Vigneux-sur Seine, 1913 - París, 1985) golpea afilada y a la vez poética. Las que están tumbadas ahí, en la nieve, son nuestras compañeras de ayer. Ayer estaban de pie durante el recuento () Iban a trabajar, se arrastraban en dirección a las ciénagas. Ayer tenían hambre. Tenían piojos, se rascaban. Ayer engullían la sopa pésima. Tenían diarrea y les pegaban. Ayer sufrían. Ayer deseaban morir. Ahora están ahí, cadáveres desnudos sobre la nieve. Ella, detenida en 1942 junto a su marido, fusilado al poco -ambos miembros de la resistencia francesa-, fue deportada a Auschwitz-Birkenau junto a otras 230 presas. Sobrevivieron 49. Sus palabras, escritas febrilmente mientras se recuperaba en un sanatorio suizo tras la liberación del campo, de la que este lunes se cumplen 75 años, no quiso publicarlas hasta dejarlas reposar durante dos décadas, porque no quería que fueran solo un testimonio del horror (ese trabajo se lo dejaba a los periodistas, decía) ni se viera como una obra mediocre, sino que se considerara su valor literario. El resultado fue el estremecedor Ninguno de nosotros volverá, que ahora ofrecen en nueva traducción Libros del Asteroide en castellano y Club Editor en catalán, incluyendo Un conocimiento inútil, pieza posterior que forma parte de su trilogía de Auschwitz (el tercer título, La mesura dels nostres dies, que habla del retorno y la vida después de, lo avanzaba hace un año Club Editor.

Según su editora, Maria Bohigas, se trata de textos breves, salpicados de poemas, con una lengua clara, simple, directa, como latigazos, que interpela al lector. Un ejemplo, cuando un SS ordena a su perro matar a una presa y este le clava sus colmillos en la garganta: El SS tira de la correa. El perro se retira. Tiene un poco de sangre en el hocico. El SS silba, se va.

Hay menos testimonios femeninos del Holocausto -constata Luis Solano, editor de Asteroide-. Ella da voz al conjunto de presas, se nota que lo escribe una mujer, su visión es distinta de la de los hombres. Se para más en cosas que tienen relación con el cuerpo, la higiene, la relación física entre las internas, los abrazos y las caricias, que están presentes en todo el libro. También la vergüenza y la humillación que significa para las mujeres tener que desnudarse para los chequeos y selecciones rodeadas de hombres.

Yo no pensaba en nada. No miraba nada. No sentía nada. Era un esqueleto de frío con el frío soplando a través de todos esos abismos que forman las costillas de un esqueleto, escribe Delbo. Para ella, sobrevivir un día en el campo es sobrevivir el infinito apunta Bohigas-. Mientras el tifus las diezmaba estaban preocupadas por la necesidad de dejar rastro, de que quedara alguna viva para informar al mundo. Ella lo logró.

LA OBSESIÓN DE GINETTE KOLINKA

A Ginette Kolinka, con 19 años, recién deportada a Auschwitz, las presas veteranas le dijeron: ¿Veis ese humo de ahí fuera? Pues ahí están! Son sus cuerpos, son vuestras familias lo que están quemando!. No las creo, pero lo sé, escribe esta superviviente de los campos nazis, ya con 94 años, en Regreso a Birkenau (Seix Barral), pensando en su padre, de 61, y su hermano de 12, a quienes no volvió a ver tras ser gaseados al llegar juntos en un convoy en abril de 1944 después de ser detenidos por la Gestapo en Aviñón.

En el libro, escrito junto a la periodista Marion Ruggieri, describe cómo le tatuaron el número 78599, cómo las obligaron a desnudarse la vergüenza de la desnudez es tal y tan intensa que no siento nada más y les afeitaron cabello y vello púbico. También lo que vio la primera vez que se despertó: montones de trapos en los rincones del barracón. Eran las muertas de esa noche. Recuerda los recuentos, durante horas a la intemperie, firmes, heladas, temblorosas, agotadas, y las palizas: cada orden es un golpe. Nos pegan todo el tiempo, todo el día, por nada. (...) Es continuo, tanto que ya ni siquiera me duele (...). No sirve de nada ir al hospital. Su primer reflejo es echarte de allí; el segundo, matarte.

No hay que contestar, no hay que mirar, solo obedecer sin más (...) Decido pasar lo más inadvertida posible, no sublevarme jamás, aceptarlo todo () Perder el ánimo es precipitar la muerte, escribe Kolinka, que de Auschwitz-Birkenau fue trasladada a Bergen-Belsen y a Theresienstadt, donde la pusieron a trabajar en maquinaria de guerra. Cuando la liberaron pesaba 26 kilos.

En el 2000 volvió a Auschwitz con estudiantes de instituto. Responde sus preguntas por ejemplo, sobre cómo las mujeres se las apañaban con la regla -Ya nadie tenía la regla. ¿Era por la alimentación, el miedo, las condiciones de higiene?- pero lamenta que no la interroguen sobre qué comía, el hambre, porque el campo era eso: el hambre y sí quieran saber si vio a Hitler. Kolinka teme que hoy Birkenau sea visto como un decorado. En mi cabeza está el olor, la suciedad, la gente deambulando por todas partes. Y me entristece pensar que la gente que lo visita pueda imaginarse otra cosa ¿Cómo ver el humo, los gritos, los empujones; esas decenas de miles de personas que trabajan, que corren, que caen al suelo? Ya no hay nada de todo eso. Ya no hay barro. Y tampoco hay un alma.

999 JÓVENES JUDÍAS ENGAÑADAS

En 1942, el Gobierno de Eslovaquia reclutó a judías solteras de entre 16 y 35 años para ser enviadas a trabajar durante tres meses al extranjero. Fueron voluntarias y confiadas, y engañadas. La mayoría creían que volverían pronto a casa, pero lasdeportaron a Auschwitz. Heather Dune Macadam siguió la pista de las supervivienes para contar sus historias en 'Las 999 mujeres de Auschwitz' (Roca / Comanegra). Eslovaquia pagó a la Alemania nazi 500 marcos por lo que llamaron reubicación.