Van camino de los tres años gobernando la F-1 y ninguna de sus promesas y planes ha tomado cuerpo. No se han añadido nuevas carreras al calendario, no han llegado nuevos patrocinadores, no se ha rejuvenecido la media de edad de los espectadores, no ha aumentado el mercado digital no han llegado más ingresos y eso que prometían la panacea de patrocinadores y maneras de aumentar los ingresos para todos.

Después de casi tres años, la llegada de Liberty Media a la F-1 es todo un fiasco, porque tampoco han alcanzado un acuerdo con los equipos para reducir los límites presupuestarios o consensuar un nuevo reglamento, que haga las carreras más competidas y atractivas. Algunos medios de Wall Street hablan ya abiertamente del deseo de Liberty Media de dejar la F-1, bien vendiendo todo su paquete de acciones o parte de ellas. Y lo mejor del asunto, se fijan en Bernie Ecclestone como posible comprador por una fracción del los 7.000 millones, que Liberty empleó en la compra. Sería la cuarta vez que el 'Tiiiito' Bernie, como le llamaban cariñosamente en Jerez, recompra la F-1 por una fracción del montante de la venta.

La versión de Ecclestone

La compañía estadounidense que compró los derechos de la F-1 en 2016, explora "supuestos en los que reducirían su participación en la categoría, saldrían o incorporarían accionistas nuevos", según el diario neoyorquino 'John Wall Street'. Liberty desembolsó 7.000 millones de euros por el paquete de acciones que le garantizaba la gestión de la F-1. Les dejé un restaurante de lujo y lo han convertido en un local de comida rápida, ha repetido Ecclestone durante este tiempo. La idea de americanizar la F-1 no ha cuajado, y además de quitar las azafatas de la parrilla, poco o nada ha hecho Liberty por este deporte.

Liberty Media, empresa norteamericana liderada por el mecenas del cable y los medios de comunicación John Malone, compró el Mundial de F-1 a Ecclestone y CVC Partners una empresa de capial riesgo por 7.000 millones de euros. Una operación que situó al empresario de moda en Estados Unidos, Chase Carey, exvicepresidente de la Fox y designado por Rupert Murdoch como su sucesor en News Corporation, como nuevo presidente y director ejecutivo de la F-1.

Pero a día de hoy, la F-1 no vale más como negocio que tres años atrás, cuando Ecclestone tenía las riendas. A sus 88 años, el octogenario y multimillonario 'Mister E' es el principal candidato a recomprar el paquete accionarial (o parte de él) de Liberty. Carey prometió rejuvenecer a los fans, pero tres años después son menos que en 2016, solo el 14% del global de espectadores por televisión y en los circuitos tiene menos de 25 años. También prometio usar las redes sociales y los nuevos cabales de comunicación para generar más negocio en el área digital, pero en 2018 esa partida solo ocupó el 0,06% de los ingresos totales.

Además de gastarse casi 30 millones de euros en nuevas oficinas y un staff mucho más numeroso, no hay cambios sustanciales. Y lo peor, los beneficios han ido a menos, o lo que es lo mismo, las escuderías han recibido menos dinero en el reparto y eso, siempre, siempre, genera conflictos. Así que tampoco hay acuerdo con los equipos para reducir costes o establecer un reglamento que igual las fuerzas entre las escuderías y haga las carreras más atractivas.