No crean que se le veía preocupado en el paddock del faraónico circuito de Shanghái. Con sus cadenas, sus gafas, sus vaqueros rotos… Lewis Hamilton asumió con naturalidad la sanción de cinco puestos en la parrilla este fin de semana en el Gran Premio de China debido a la sustitución en la caja de cambios. “Es un reto que me gusta, me atrae, será divertido y emocionante salir desde más atrás”, dice el tricampeón del mundo, el tipo que más victorias acumula en el trazado chino en sus 11 ediciones.

En Australia finalizó segundo tras completar la primera vuelta en quinto lugar por una mala salida; una carrera después, en Barhéin, acabó también el podio tras caer a la sexta posición con un coche dañado por el accidente con Valteri Bottas. A eso se agarra Lewispara pensar en que pude volver a minimizar los daños frente a su compañero Nico Rosberg, el líder del mundial tras dos victorias en dos carreras —cinco consecutivas si se suman las tres del año pasado. “Él es Lewis Hamilton, sale penalizado, pero que nadie dude de que intentará ganar”, reconoce Rosberg, aún sabiendo que “parto con ventaja”. El de China es un circuito que “me gusta. Aquí logré mi primera pole, mi primera victoria…” Fue en su segundo año con Mercedes, cuando la escudería comenzaba a afinar su chasis a la espera de la llegada de los motores híbridos con los que ha arrasado en las dos ultimas temporadas y con los que manda de nuevo en el arranque de este 2016.

Ferrari ha mejorado, pero aún no está a su nivel. “Hemos progresado en el motor, en el chasis, en el aerodinámica, en el funcionamiento como equipo, pero aún debemos hacerlo más si queremos ganar”, admite Kimi Raikkonen. La rotura del turbo del finlandés en la primera carrera, y el motor del Sebastian Vettel en la segunda, ponen en duda la fiabilidad de los coches de Maranello, hasta este año, uno de sus puntos fuertes.