La decisión aún en el aire sobre si será Río de Janeiro o Sao Paulo la ciudad que albergará el Gran Premio de Brasil de Fórmula Uno a partir del año 2021 ha agitado la rivalidad entre las dos ciudades en un debate en el que ha tomado partido hasta el presidente del país, Jair Bolsonaro.

La ciudad más emblemática y que más turistas recibe de Brasil o la urbe más rica e industrializada, una de las dos será sede de la prueba puntuable del campeonato mundial de automovilismo en la Fórmula Uno a partir del año 2021.

Acoger el Gran Premio significaría para la ciudad carioca la generación de al menos 7.000 empleos directos e indirectos según Bolsonaro, y para Sao Paulo, dejar de recibir el impacto económico de 334 millones de reales (más de 86 millones de dólares) que la mayor ciudad del país mueve al año gracias al evento.

Por un lado, Sao Paulo defiende la permanencia de la prueba en la ciudad, como se viene disputando desde 1990, y para ello pone en valor su potencia económica, la experiencia de casi 30 años de su autódromo de Interlagos y el aval de la administración estatal, que apuesta por la iniciativa privada como muestra de solvencia.

En la otra cara de la moneda, como candidata para acoger el evento se postula Río de Janeiro, la ciudad más emblemática del país y que cuenta con el ferviente apoyo del mandatario brasileño y la proyección de construir un nuevo circuito para la ocasión.

LIBERTY MEDIA TIENE LA ÚLTIMA PALABRA

El grupo que dirige la Fórmula Uno, Liberty Media, tiene firmado un contrato en el que se comprometió a correr el Gran Premio de Brasil en Sao Paulo hasta 2020, tal y como viene haciendo desde hace casi 30 años.

Sin embargo, a partir de 2021 no hay nada definido, y ahora se ha abierto la posibilidad de que la prueba vuelva a Rio de Janeiro, que llegó a celebrar diez carreras antes de que el Gran Premio de Brasil pasase a ser acogido por el estado vecino en 1990.

Esta segunda hipótesis fue defendida con entusiasmo desde el pasado mes de mayo por el presidente Bolsonaro, pero encierra ciertos desafíos como los problemas de seguridad.

Río de Janeiro continúa hundida en la crisis desde que se declaró en quiebra en vísperas de los Juegos Olímpicos de agosto de 2016, tras ahogarse en la corrupción, la lucha de bandas por el control del territorio y el tráfico de drogas y armas, factores que han avivado el clima de violencia.

A pesar de todo ello, Bolsonaro volvió a insistir ayer en que "existe un 99 % de posibilidad" de que esta idea se haga realidad justo después de reunirse con la ejecutiva mundial de la Fórmula Uno.

"Lamento frustrar al presidente Bolsonaro en vistas de su interpretación del 99 %, pero la decisión no está tomada", le respondió, tajante, este martes el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, tras tener él también una reunión con los organizadores.

En ambas rondas de negociación participó el director mundial de la Fórmula Uno, Chase Carey, quien dejó claro en sendas comparecencias que aún continúan negociando con ambas ciudades y no hay nada determinado.

Durante la rueda de prensa que siguió al encuentro de hoy, el magnate puso en valor la trayectoria del Gran Premio de Brasil en Interlagos, pero no dio pistas sobre si el factor histórico inclinaría la balanza: "A pesar de que la historia es importante, estamos concentrados en el futuro", apuntó.

NUEVO AUTÓDROMO EN RÍO

La ambiciosa propuesta de Río de Janeiro incluye la construcción de un nuevo y moderno autódromo sobre el Bosque de Camboatá, un área cedida por el Ejército y ubicada en la zona norte de Río, plan que cuenta con el aval del líder ultraderechista Bolsonaro.

A pesar de haber nacido en Sao Paulo, el mandatario aún tiene su residencia en la ciudad carioca y durante más de treinta años fue diputado federal por este estado.

Bolsonaro también aprovechó su discurso del lunes ayer para mandar un mensaje al gobernador paulista, al que recomendó que, si quiere ser candidato para la presidencia del país en 2022 tal y como apunta la prensa local, debería "pensar más en Brasil".

"Yo no soy presidente de Brasil, soy gobernador del estado de Sao Paulo", contestó hoy Doria, quien además lamentó que Bolsonaro ponga "temas políticos" en cuestión: "No tengo noticia de que en ninguno de los otros veinte países haya interferencias políticas o electorales para realizar o no los premios o cambiar la sede de lugar", señaló.

A pesar de negar cualquier disputa o lucha institucional, Doria aún dedicó este martes algunas perlas a la ciudad vecina, que dice "amar" y "respetar", a la vez que hizo gala de su ambicioso plan de privatizaciones en el estado que comanda.

"Solo hay que ver el Museo de la Independencia (en Sao Paulo) y el Museo Nacional de Río de Janeiro, ahí se ve cuál es el camino: uno está en cenizas y el otro con 120 millones de reales (más de 31 millones de dólares) en la cuenta".

El gobernador paulista se refiere al Museo Ipiranga, en Sao Paulo, que tras estar paralizado durante más de cinco años será reactivado gracias a la inversión privada y al Museo Nacional de Río de Janeiro, que fue devorado por las llamas en septiembre del año pasado y está lejos de su restitución.

El máximo mandatario del estado de Sao Paulo también cargó contra el nuevo proyecto de "Autódromo de Deodoro", en Río: "Deberían visitar la zona y ver con sus propios ojos si hay condiciones de hacer cualquier cosa allí", declaró Doria este martes a los periodistas.

"No van a conseguir ni llegar, porque no hay carretera, solo pueden ir a caballo", bromeó el gobernador.

Ambas ciudades aún tendrán tiempo de hacer sus cuentas, pues el futuro de la sede de la Fórmula Uno en Brasil seguirá siendo incierto durante al menos los próximos meses y es que Chase Carey explicó este martes que el esclarecimiento sobre la futura sede de Fórmula Uno en Brasil aún no es una prioridad en el tiempo para la compañía.