Con la llegada del otoño, los frutos secos están en su mejor momento. Ahora es el tiempo de las avellanas y estas fechas marcan la recolección de los frutos del avellano y se dejan secar de un año para otro. En los mercados municipales se pueden encontrar avellanas con cáscara, descascaradas, enteras, peladas o sin pelar, troceadas y molidas. La variedad más conocida y con denominación de origen es la de Reus, aunque este fruto seco se importa masivamente de países como Turquía y Estados Unidos, donde el producto es más económico, pero de inferior calidad.

Habitualmente, se consume como aperitivo, pero tiene muchísimas utilidades. La avellana tostada y troceada es el ingrediente principal de la famosa crema de avellanas, helados, turrones, chocolates, así como en repostería en general. En la cocina salada se utiliza en las tradicionales picadas o salsa frías y calientes.

Además, es un rico ingrediente de ensaladas y como acompañamiento de verduras a la plancha o cocidas. En la elaboración de salsas frías, se pican en un batidor eléctrico o en un mortero, majándolas y añadiendo poco a poco aceite de oliva y otros ingredientes para montar como si fuese una mayonesa. También es un producto con el que elaboran un goloso licor y un tipo de horchata ideal para las personas que tienen intolerancia a la leche.

Aporte calórico

Un truco para pelarlas con facilidad es mantenerlas en un lugar frío unas dos horas. Una ración de unos 30 gramos tiene 180 calorías, por lo que aportan energía extra a deportistas y personas con gran desgaste físico. Aportan muchos minerales, magnesio, fósforo y potasio, y sobresalen en vitamina E antioxidante. Además, el consumo habitual de frutos secos previene enfermedades degenerativas y cardiovasculares.