La bacaladilla, lirio o perlita, pertenece a la misma familia que el bacalao. Su nombre viene precedido ya que su aspecto es similar al de un bacalao pequeño, aunque de sabor más suave. Este pescado blanco, que se captura en el Mediterráneo y también en el Cantábrico, sobre todo en Asturias, se alimenta de pequeños crustáceos, diminutos peces y cefalópodos y tiene un bajo contenido graso. Es un pescado versátil que admite infinidad de preparaciones similares a las del bacalao. Su mejor momento es de abril a julio y se puede adquirir en las pescaderías de los mercados municipales. Se puede cocinar en salsa verde, tortillas y revueltos, o bien, dado que su carne se deshace con facilidad, cocinarla al vapor de hierbas aromáticas o en papillote, con patatas y verduras rehogadas. La bacaladilla se puede hacer escalfada, frita o salteada y es un ingrediente de muchas preparaciones marineras. Gracias a su suave textura y a lo fácil que se desmiga, las croquetas, las albóndigas o los flanes de pescado son todos una buena forma de poder aprovechar este pescado.

Exquisitos platos

Si se cocina con cuidado y se manipula lo menos posible, se pueden obtener exquisitos platos. Su sabor se realza acompañándolo de guarniciones vegetales (pimientos, espárragos verdes, setas, pisto, patatas...) o también una salsa verde o de tomate.

Es un pescado que es colonizado con mucha facilidad por el anisakis, por lo que hay que cocinarlo muy bien (a más de 60SDgr durante al menos dos minutos) o congelarlo antes de su preparación (a -20SDgr durante un mínimo de 72 horas). Es un pescado muy perecedero, por lo que hay que consumirlo lo antes posible y mantenerlo en el frigorífico hasta el momento de su consumo o congelarlo una vez limpio de escamas y de las vísceras.