El caqui es característico del otoño. Esta fruta tropical tiene sus orígenes en China, donde se cultiva desde el siglo VIII, y llegó a Europa hace unos 200 años. Se le conoce como palo santo, debido a que era típica en Todos los Santos, pero hoy se puede degustar antes de llegar a su completa maduración. España es un gran productor y existen muchas variedades, de diversos colores, texturas y astringencias. De las variedades astringentes o blandas, la más conocida es el tomatero, gordo, rojo y brillante. En cuanto a las no astringentes o duras es muy conocido el caqui tipo manzana sharon o persimón.

Su cultivo se encuentra localizado en el Alto Palancia, entre Altura y Segorbe, donde hay almacenes que procesan la variedad persimón para la exportación. No obstante, su cultivo se está extendiendo a otras zonas de la provincia. Este es de pulpa dura, se puede utilizar igual que una manzana y tiene el mismo sabor que el tradicional, pero menos dulce. La única diferencia entre el duro y el blando radica en su punto de madurez. El primero se recolecta semimaduro y ha de ser sometido a un tratamiento para perder su astringencia. El segundo se coge maduro.

Frescos y al natural

Los caquis se comen frescos y al natural. También se pueden congelar enteros o solo la pulpa. Son muy ricos en azúcares, sobre todo las variedades clásicas, que son muy calóricas, por lo que se aconseja para niños en edades de crecimiento, deportistas y personas con trabajos que exijan un gran desgaste físico. Para su conservación, hay que tener en cuenta su estado de maduración. Si están verdes, debe dejarse a temperatura ambiente. Si queremos acelerar el proceso, se pueden meter en una bolsa de papel. Cuando el caqui tradicional esté blando, habrá llegado al punto óptimo.H