El encurtido es uno de los métodos más antiguos, naturales y exitosos para conservar los alimentos durante un largo tiempo. Puede hacerse mediante la adición de sal, que origina una fermentación láctica, o añadiendo vinagre. Esta técnica es muy utilizada en muchos países por varios motivos. Una de las principales razones es por lo económico y sencillo, ya que requiere poca inversión de energía y maquinaria.

Existen encurtidos cárnicos y de pescado, aunque los más comunes son los vegetales. Los más abundantes son los pepinillos, olivas, ajos, minimazorcas, alcaparras, berenjenas de Almagro, zanahorias, cebollitas, guindillas, tomates, remolacha, apio, rabanitos, judías verdes, pimientos y también coliflor.

Se puede elaborar añadiendo azúcar, especies, esencias y aromas, pero siempre acompañados del mejor vinagre. También se pueden pasteurizar para alargar así su conservación.

Se suelen tomar fríos como aperitivo, acompañamiento de comidas, en ensaladas, salsas o en bocadillos. El contenido de grasa en los encurtidos vegetales es muy escaso, salvo en las aceitunas.

Es muy tradicional adquirir este tipo de alimentos en las paradas de los mercados municipales y están considerados como las golosinas de adultos, aunque también encantan a los niños.

Historia

El pepinillo es el encurtido más consumido en el mundo y se empezó a consumir hace más de 4.000 años en Mesopotamia. Se dice que Cleopatra era tan bella debido a la gran cantidad de pepinillos que comía. Napoleón los incluyó como alimento habitual de sus tropas y Cristóbal Colón daba este alimento habitualmente a sus tripulantes para combatir el escorbuto, una enfermedad que afectaba generalmente a los marineros en sus largos viajes.