El garbanzo, alimento que tiene más de 40 especies clasificadas en tres tipos: Kabuli, Deshi y Gulabi, es un alimento calórico, rico en hidratos, proteínas y fibra. Se pueden consumir cocidos, tostados, fritos o en forma de harina y son bastante indigestos, por lo que se deben masticar bien, ya que el almidón que contienen es resistente a los jugos digestivos.

Aunque el garbanzo se asocia a platos de cuchara y estos a días de frío, son ideales para platos fríos, de tenedor, ensaladas, ensaladillas, guarniciones o hummus y otras preparaciones más ligera y refrescantes. Esta legumbre, cuando está bien cocido, tiene un textura muy agradable al morder, no conviene ni que esté demasiado hecho porque se deshace, ni tampoco poco cocinado porque resulta duro.

Todavía es posible comprar garbanzos cocidos de forma natural en los mercados municipales, sin aditivos, elaborados diariamente, para que al llegar a casa y de una forma rápida se puedan elaborar suculentos platos mezclando diferentes ingredientes: verduras, atún en conserva, huevos, fiambres y mariscos cocidos, productos combinados según nuestras preferencias y aliñado con una buena vinagreta o aceite de oliva virgen de nuestras comarcas.

También se pueden adquirir tostados, envasados o secos (paquetes y a granel). Es importante que al comprarlos estén enteros y sanos, sin aromas extraños, de tamaño y color uniforme. Secos se conservan hasta 10 meses; cocinados se mantienen bien durante días en la nevera en un bote hermético; y cocidos admiten bien la congelación.

COCINAR // Antes de cocinar los garbanzos secos se deben remojar con agua fría y un poco de sal gorda unas 12 horas, dependiendo del tipo y tamaño. Para cocerlos hay que introducirlos en agua caliente y si necesita más agua debe añadirse caliente, puesto que la fría lo endurece.