La figura de calidad IGP Castelló designa los vinos obtenidos íntegramente de uvas producidas dentro del área compuesta por los terrenos aptos para la producción de uva de vinificación, y certifica que los vinos proceden íntegramente de uvas cultivadas en viñedos de la provincia han sido elaborados en una bodega de Castelló y que también han sido embotellados en la provincia. Son vinos 100% de CastellóN.

Está formada por un territorio de más de 200 hectáreas, con un clima de carácter mediterráneo, en el que destacan tres subzonas: Alt Palancia-Alt Millars (Altura, Almedíjar, Arañuel, Azuébar, Castillo de Villamalefa, Caudiel, Xovar, Cortes de Arenoso, Jérica, Ludiente, Montán, Segorbe, Soneja, Puebla de Arenoso, Viver y Zucaina), Sant Mateu (Albocàsser, Atzeneta del Maestrat, Benassal, Canet lo Roig, Catí, Cervera del Maestre, Xert, Coves de Vinromà, Culla, la Jana, la Salzadella, SantMateu, San Rafael del Rio, Rossell, Tírig, Traiguera, Alcalà de Xivert) y Les Useres-Vilafamés (Benlloch, Cabanes, les Useres, Serra d'en Galceran, Vall d'Alba, Vilafamés y Vilanova d'Alcolea).

Las 15 bodegas pertenecientes a la IGP Castelló elaboran de media unos 600.000 litros de vino al año, aproximadamente, y comercializan más de 500.000 botellas, de hasta 50 referencias diferentes.

Variedades de uva

La diversidad de uvas es la principal característica que define a la IGP Castelló. Esto permite que tenga muchos y diferentes vinos de la provincia. En este sentido, pese a que no se puede identificar con ninguna variedad autóctona del arco mediterráneo, se podrían destacar la Macabeo, Embolicaire y Monastrell.

Bodegas pequeñas con mucha personalidad

En Castellón es posible decir que haya una característica que englobe y defina todos lo vinos producidos, puesto que existe una gran diversidad.

La distribución de los viñedos en pequeñas parcelas en las que se cultivan variedades autóctonas como el embolicaire (bonicaire), macabeo o monastrell, junto a otras como la garnacha, tempranillo, o variedades francesas como el cabernet o el merlot, conforman una diversidad de vinos única. Así, cada bodega tiene unos vinos con su propio sello de identidad.

Por otra parte, se están recuperando y poniendo en valor las pocas parcelas de viñedos de más de 80 años de variedades autóctonas que quedan en la provincia. El objetivo es mantener y revalorizar nuestro patrimonio vegetal el cual, en algunos casos, estuvo prácticamente al borde de la desaparición.

Estas parcelas antiguas de los viñedos deben ser cultivadas, en la mayoría de los casos, de forma manual.

Asimismo, la proximidad al mar de algunas bodegas, en las que la salinidad imprime un fuerte carácter a sus vinos, la escasa pluviometría y la gran cantidad de horas de sol que caracteriza a la zona mediterránea, el resultado son muchos y diferentes vinos, y en esta diversidad está el mayor potencial de los vinos de Castellón.

La calidad por bandera

La IGP Castelló ya no se trabaja para producir graneles, sino que se centra en la búsqueda de un producto de calidad, donde la cantidad pasa a un segundo plano.

Todas las bodegas embotellan sus propios vinos con las uvas de mejor calidad de su añada. Para ello, algunas bodegas ya están realizando la transición a una agricultura ecológica, respetuosa con el medio ambiente y manteniendo los ecosistemas de la zona.

Así, para el abonado de las plantas, sólo se usan fertilizantes orgánicos, como el estiércol animal, la biomasa generada por el propio viñedo o el compost vegetal. Por otra parte, el control de las plagas se realiza mediante trampas y el uso de sus enemigos naturales (insectos), para evitar que el entorno se degrade, y que mantenga y mejore el ecosistema. Una de las técnicas empleadas para la lucha contra las plagas es la denominada confusión sexual, consistente en la instalación de difusores de feromonas (en la foto), que desorientan a los machos e impiden la reproducción de los insectos dañinos, consiguiendo su desaparición.

Con todo esto, se consigue un producto final más natural, más sano y que posee una calidad excepcional, conservando todas sus propiedades intactas, y un sabor más intenso y delicioso.

Cabe señalar que de todo el país, Castellón es el punto en el que más agricultura ecológica se está empezando a desarrollar y, dentro de este espacio, las hectáreas dedicadas a los vinos son las más extensas de cuantas hay.

En este sentido, cabe señalar que el modelo de agricultura ecológica tiene algunos efectos muy positivos:

- Se conserva todo el sabor, por lo que en una bebida tan delicada y estudiada como el vino, la producción ecológica ayuda a que se conserve ese factor de distinción.

- Se mantienen las propiedades nutritivas.

- Es más saludable para el medio ambiente. La ventaja más inmediata estaría en que el sabor no solo mejora, sino que el ambiente se ve menos dañado.

Por todo ello, en Castellón son muchas las marcas vinícolas que están comenzando a utilizar estos modelos de producción, motivo por el cual el vino está alcanzando un nuevo nivel de calidad.

Enoturismo

Tras varios años experimentando un importante crecimiento en la cifra de visitantes recibidos en las bodegas, el enoturismo, como prácticamente todas las actividades turísticas, se ha visto obligado a cerrar las puertas a causa de la expansión del coronavirus.

En las bodegaspertenecientes a la Indicació Geogràfica Protegida (IGP) Castelló, durante este periodo se han hecho importantes cambios en el modelo enoturistico existente. De esta forma, se han creado más actividades y experiencias centradas en el viñedo y al aire libre poniendo en valor el viñedo como espacio de ocio y disfrute. En este sentido, las experiencias en espacios abiertos, permiten disfrutar de la naturaleza de forma activa, realizar actividades de salud y bienestar, o expresarse de forma artística.

Es por ello que los grupos se han reducido y el aforo se ha limitado, personalizando las visitas. Asimísmo, se han adecuado los espacios remodelando las zonas al aire libre para convertirlas en zonas de degustación, con todos los sistemas de seguridad necesarios, en los que las medidas de seguridad son máximas y que, por otra parte, permiten disfrutar del entorno.

Asimismo, las bodegas se han adaptado medida a las necesidades de los grupos, ofreciendo una mayor flexibilidad de horarios, duración e incluso del contenido de sus visitas y servicios.