La nata se obtiene a partir de la leche mediante reposo o centrifugación. Se entiende por nata de leche o nata el alimento rico en materia grasa separado de la leche por reposo o centrifugación. La cantidad de grasa que debe tener la nata es como mínimo del 18% sobre extracto seco magro (lo que queda al quitar la grasa y el agua). Según su contenido graso, las natas se clasifican en: doble nata (mínimo 50% de materia grasa), nata (mínimo 30%) y nata delgada (mínimo 18%). La nata delgada no se emplea para montar sino para obtener salsas, cremas, guisos y gratinados. Es un alimento con un contenido graso elevado y posee un considerable valor calórico.

La nata no solo contiene grasas y colesterol, sino que es una importante fuente de vitaminas A y D (hasta 10 veces más que la leche entera de la que procede). La nata puede ser sometida a distintos tratamientos higiénicos y de conservación. Si sometemos este producto a distintos mecanismos térmicos y a diferentes temperaturas y tiempos, obtendremos nata pasterizada, esterilizada y UHT. A su vez, esta nata puede estar conservada a baja presión, en tetrabrik, y es un alimento que admite la congelación.

En los mercados municipales encontraremos este producto en diferentes formatos y presentaciones; para los más golosos se puede adquirir azucarada en espray. Rechazaremos la nata con pequeñas manchas de aceite o suero lácteo que se origina por separación de la grasa y el agua existente en su composición. Hay que tener cuidado con los mix: son grasas vegetales que sustituyen a las natas de origen animal, y aunque son más económicas son de inferior calidad.