Las sardinas son un alimento muy popular, común, sencillo y muy versátil, con exquisitas aplicaciones gastronómicas.

El verano es la mejor época para este pescado azul, de pequeño tamaño, pero de grandes propiedades nutricionales. Desde mayo hasta septiembre se pueden encontrar sardinas de una calidad extraordinaria, con buen tamaño y carne exquisita en las pescaderías de los mercados municipales.

La sardina es el pescado azul más consumido en el país, junto al boquerón, y el puerto pesquero de Castellón es uno de los principales en capturas. Al igual que otros pescados azules, sirve para elaborar piensos y para engordar peces en piscifactorías. Es un pescado muy graso, energético, con más vitaminas que el blanco, sobre todo, A y D, rico en vitamina E y varias del tipo B. Por ello, es un producto cardiosaludable que aporta una gran cantidad de ácidos grasos Omega 3. Su contenido es graso (de 8 a 10 gramos de grasa por cada 100 de carne), pero es grasa de muy alta calidad. Aumenta el colesterol bueno y reduce el malo, así como la tensión arterial. Por el contrario, las sardinas son ricas en purina, por lo que su consumo no es recomendable para las personas que sufren de ácido úrico o gota.

En la cocina es muy versátil, ya que admite infinidad de preparaciones: fritas, escabechadas, guisadas, plancha, barbacoa, etc. Cualquier elaboración da como resultado un excelente y económico plato. El éxito en su preparación depende del grado de frescura y la época del año.

Por otro lado, si se cocinan demasiado no serán jugosas y perderán la grasa que les da el sabor y el aroma tan peculiar. Las pequeñas son ideales para freír, elaborar escabeches o marinarlas, mientras que las grandes se utilizan para guisos y al horno. Hoy, con motivo de Sant Joan, son perfectas para asar en la playa.