Trufa negra o tuber melanosporun son nombres con los que nos podemos referir a este auténtico regalo para el paladar que nos brinda la naturaleza. Estas joyas gastronómicas son hongos que viven bajo tierra, asociados a raíces, y su origen puede ser silvestre o de cultivo mediante árboles micorrizados (avellanos, robles y encinas). La mejor época para disfrutarla son los meses de enero y febrero, cuando están en plena sazón. Para su búsqueda son necesarios perros, cerdos o jabalís adiestrados.

Nuestra provincia tiene truferas silvestres de tuber melanosporun únicas en el mundo. Los pueblos del Maestrat, Els Ports y las comarcas limítrofes de Teruel reúnen unas características que las convierten en uno de los mejores hábitats del mundo. No obstante, este ha sido un mal año para la trufa, ya que la climatología adversa y su escasez ha disparado los precios. Y es que las trufas naturales están desapareciendo y las que han conseguido cultivarse no han logrado abaratar los precios. Además, casi la totalidad de este producto va al mercado internacional, donde hay una gran demanda y escasa oferta.

Fragancia

Las trufas son muy apreciadas por su intenso y especial aroma, que da un sabor excelente a las preparaciones donde interviene. Esta fragancia fuerte, penetrante, intensa y muy característica, según el punto de madurez, recuerda a bosque, monte húmedo, tierra, madera del bosque, turba y, en ocasiones, aparecen notas yodadas y aromas a setas.

Este exquisito manjar se puede adquirir en los mercados municipales, frescas en temporada y en conserva el resto del año. Es muy importante comprobar que se trata de tuber melanosporun y no tuber indicun o himalayense, que son similares y llegan desde China, por lo que son más económicas pero poco aromáticas.