La familia de la infanta Pilar de Borbón despidió ayer en la intimidad a la duquesa de Badajoz, que falleció el miércoles en Madrid a los 83 años a causa de un cáncer de colon. El féretro con los restos mortales de la infanta fue transportado a media tarde desde su domicilio de Madrid, donde se había instalado la capilla ardiente, hasta el cementerio de la Almudena para, por expreso deseo suyo, ser incinerada. Sus cenizas descansarán en el panteón del cementerio de San Isidro junto a los retos mortales de su esposo, Luis Gómez-Acebo. Durante toda la jornada se sucedieron las visitas a la capilla ardiente de doña Pilar, entre ellas la de su hermano, el rey Juan Carlos y la reina Sofía, así como la infanta Elena, la infanta Cristina y su hijo mayor, Juan Valentín Urdangarín. Los reyes Felipe VI y Letizia mantuvieron sus agendas, y en el acto con la Guardia Civil que ayer presidió el jefe del Estado, tanto el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como el director general de esta institución, Félix Azón, trasladaron el pésame al Rey.