Pedro Almodóvar cumple mañana 70 años. Desde un pueblo perdido de La Mancha hasta el teatro de Los Ángeles donde se entregan los Oscar, el cineasta ha trazado un recorrido marcado por su obstinación por hacer las películas que quiso, como quiso y en el momento en que quiso, aunque unas veces le tocara romper clichés y provocar al respetable, y otras contradecir a quienes opinaban cómo debía ser su cine, pero siendo siempre fiel a los suyos y al sello personal que distingue su filmografía. Estos siete momentos marcaron su vida.

De La Mancha a Extremadura

Si la infancia es la patria, hay que dar por bueno que a Pedro Almodóvar se le presente como «el director manchego», aunque solo pasó los diez primeros años de su vida en Calzada de Calatrava, la localidad de Ciudad Real en la que nació el 25 de septiembre de 1949. A finales de la década de los 50, su familia se mudó a Extremadura, donde aquel niño descubrió la mala educación -y los abusos- que impartían los curas de los Salesianos, la fascinación por las películas en el cine de verano de Madrigalejo y el gusto por contar historias, como las que redactaba en las cartas que su madre le pedía que escribiera para sus vecinas.

a Madrid pese a su padre

A los 17 años, aunque su padre le amenazó con llamar a la Guardia Civil para impedírselo, Almodóvar armó el petate y se fue a Madrid decidido a hacer cine. Intentó estudiar en la Escuela de Cinematografía, pero el franquismo la había cerrado, así que optó por formarse por su cuenta. Con el primer dinero que ganó de oficinista en Telefónica se compró una cámara de Súper 8 y empezó a hacer sus primeros cortos. También se introdujo en el teatro de la mano del grupo Los Goliardos y acabó convertido en un imprescindible de la cultura underground madrileña.

El agitador de la ‘movida’

El estreno de la película Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) marca el inicio de la carrera de Almodóvar como director de cine comercial, por más que este calificativo chirríe en sus primeras películas, dado el grado de provocación y descaro que gastaba en sus inicios. En aquellos años también publicaba folletines en fancines, colaboraba en revistas de cómic y formaba un delirante dúo musical con Fabio McNamara, con el que llegó a publicar un disco con sus grandes éxitos: Cómo está el servicio… de señoras (1983).

cine de risa, pero él va en serio

Los años 80 fueron intensos para Almodóvar. Títulos como Laberinto de pasiones (1982), Qué he hecho yo para merecer esto (1984) o La ley del deseo (1987) sirvieron para popularizar su figura y definir su estilo, poblado de personajes al límite y tramas delirantes en las que el sexo y el humor actuaban como acicate infalible. Pero el cine no era ninguna broma para él y en 1986 decidió fundar, junto a su hermano Agustín, El Deseo, la productora con la que a partir de entonces alumbraría todas sus películas. En 1988, el éxito de Mujeres al borde de un ataque de nervios, nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa, le señaló como el director español más exportable.

¡¡¡Peeedroooo!!!

Después de meterse al público y a la crítica en el bolsillo, Almodóvar necesitó una década y cuatro películas para convencerles de que él no se había hecho director para hacerles reír, sino para estremecerles. En los 90, su cine se tornó melodramático y tuvo que esperar a 1999 para que Todo sobre mi madre volviera a reconciliarle con los aplausos y los premios. Entre ellos, el Oscar que le entregó Penélope Cruz gritando su nombre. Dos años más tarde, el éxito internacional de Hable con ella -Oscar al mejor guion y nominación a la mejor dirección- confirmaba que su cine de madurez se entendía mejor fuera que dentro de España.

Los afectos íntimos, a cubierto

Pese a su exposición mediática, Almodóvar ha logrado mantener su vida privada lejos de los focos. Su madre y sus hermanas hicieron cameos en sus películas y su hermano Agustín fue su voz y su rostro en cuestiones administrativas (incluida su defensa cuando su nombre apareció en la lista de famosos que se habían abierto cuentas en Panamá para evadir impuestos). Sin embargo, nunca trascendió qué nombres protagonizaban la película de sus afectos íntimos. Hasta el 2002, cuando conoció al actor y modelo Fernando Iglesias e inició con él una relación de la que nunca ha presumido, pero que tampoco ha ocultado, y que hoy continúa.

La gloria y tiempo de cosecha

A sus 70 otoños y después de 20 películas a sus espaldas, Almodóvar parece haber entrado en el tiempo de la cosecha. En los últimos años le han nombrado doctor honoris causa en las universidades de Harvard, Oxford y Castilla-La Mancha, le han concedido el Príncipe de Asturias y en la última edición del festival de Venecia le honraron con el León de Oro por toda su trayectoria. Como quien ya anda de vuelta de los reconocimientos, en su última película, Dolor y gloria, el cineasta se ha atrevido a ser el protagonista de la historia y a mostrar en la pantalla sus dolores. En invierno sabremos si este último estriptís emocional vuelve a traerle la gloria en los Oscar.